El último fin de semana de enero de 2014 fui a Roma y al Vaticano con cuatro compañeros de La Gloriosa. El viaje de cuatro días contó con visitas turísticas, gastronomía y cánticos a partes iguales.
El primer día salimos de Barcelona poco después de las siete de la mañana en un vuelo de Alitalia que salió y llegó puntual. Las maletas también saltaron a la cinta rápidamente y pudimos llegar al hotel en Termini poco después de las 11 de la mañana. Cabe destacar que a pesar de lo que pone en la página web de Alitalia, nos permitieron subir las guitarras a cabina como equipaje de mano. Grazie!
Día 1: El Vaticano
Nada más abandonar nuestras maletas en el hotel Piram, habíamos viajado ya vestidos de grillo, salimos hacia el Vaticano. Queríamos visitarlo el viernes por si acaso se llenaba de gente para las misas del fin de semana. Fuimos en metro hasta Lepanto y desde allí bajamos la Via Cicerone hasta el Piazza Cavour, en la que está el Palacio de Justicia. Lo rodeamos por la derecha y bajamos hasta el río Tíber, lo que nos permitió ver el puente y el castillo de Sant’Angelo. No entramos al castillo pero encontré curiosa su forma circular.
Ponte Sant’Angelo
Castel Sant’Angelo
De allí nos acercamos al puente que continúa a partir del Corso Vittorio Emanuele II, menos atractivo que el de Sant’Angelo, y sin más demora enfilamos la Via della Conciliazione hacia la plaza de San Pietro. Aprovechamos para comer por allí pero no os lo recomiendo pues los precios son 100% para turistas. En nuestro caso, la comida fue barata pero nos la metieron con las cervezas, cada una al mismo precio prácticamente que una pizza o un plato de pasta…
Detalle del Ponte Sant’Angelo
La entrada al Vaticano hace difícil creer que se trate de otro estado, pero como luego nos recordaría un personaje funesto, así es.
En un primer momento nos dirigimos a la puerta de la basílica pero ante la inmensa cola decidimos, afortunadamente, asegurarnos de que ese fuera el punto de entrada, ya que para ver los museos vaticanos y la capilla sixtina no era ese. Así, para llegar a la entrada que está en el Viale Vaticano tuvimos que rodear las murallas por Via di Porta’Angelica.
Techo de la Galleria delle Carte Geografiche
Una vez en los museos (entrada 16€) nos hicieron dejar los instrumentos en la consigna. Allí realizamos el itinerario largo, aunque sospecho que en algún punto nos saltamos algo. Aún así, recorrimos los puntos más destacados: las Stanze di Rafaello, la Pinacoteca y la Capilla Sixtina, casi al final del recorrido y donde no se pueden hacer fotos.
Detalle del techo de una de las Stanze di Raffaello.
Los museos vaticanos son largos y cuentan con 19 secciones. La verdad es que el lujo y la opulencia pueden poner a más de uno nervioso si recuerda el voto de pobreza, pero al que se lo tome como un museo y nada más, seguramente le agradaran. En mi opinión las salas son en general repetitivas, frescos y tapices, tapices y frescos, salvo algunas temáticas como la sala egipcia, la sala de papiros o la de cartografía.
Mención aparte merece la Capilla Sixtina pero… que más se puede decir de ella. Simplemente espectacular. Algunas de las imágenes tienen una profundidad que deja las nuevas películas 3D a la altura del betún.
Escalera de salida de los museos vaticanos
Para las visitas en grupo, hay un paso desde la Capilla Sixtina a la Basílica de San Pietro pero nosotros ni éramos grupo ni queríamos usar el paso, ya que en ese caso no acabas de ver los museos y te pierdes la pinacoteca. Tampoco es que nos gustara especialmente esta última estancia, por el tipo de arte que contiene, pero eso no lo sabíamos a priori.
A la salida de los museos vaticanos desanduvimos el camino bajo las murallas y entramos a San Pietro sin problemas, ya que a esa hora, alrededor de las cuatro de la tarde, ya no había colas. Nada más entrar, a la derecha está La Pietà, que fue lo que más me gustó de toda la visita.
La Pietà de Michelangelo
Es una pena que ya no se pueda uno acercar y que tenga que verse solo de frente y a través de un cristal blindado desde que sufriera un ataque en 1972. Por cierto, al que quiera saber qué pasó, le recomiendo el podcast Visiones de la Antigüedad (episodio 13 de la segunda temporada), en el que se explica el episodio con todo lujo de detalles y de manera rigurosa y amena.
El resto de la Basílica de San Pietro también es muy interesante y para mí lo mejor son las diferentes estatuas, algunas de las cuales logran a pesar de ser de mármol, transmitir la ligereza y vuelo de los mejores tejidos.
Interior de la Basilica de San Pietro
Finalmente, y como ya oscurecía, fuimos a ver el cambio de la guardia suiza y tiramos de vuelta hacia el hotel, tomando esta vez en metro en Ottaviano, la estación más cercana al Vaticano.
Y bueno, hasta aquí la primera entrada. Si todo va bien en la siguiente hablaré de la Roma imperial y en la tercera de la Roma nocturna.
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