Llegar al Reichstag fue una odisea pero por suerte habíamos ido con mucho tiempo. Salimos del hotel a las 7:05 para coger el metro U2 hasta Postdamer Platz. Allí teníamos que cambiar a la línea S1 o la S2, y hacer una parada hasta Unter der Linden, pero el túnel de esas dos líneas estaba en obras… ¡¡¡Desde el día antes!!!

Ya era mala suerte, la segunda vez en dos días. Salimos a la calle y vimos la parada del autobús. Una señora muy amable nos dijo que teníamos que coger el M48. Ella también subió y al cabo de dos paradas nos hizo bajar y coger el metro línea U6 de Stadtmitte hasta Französische. Una parada. Desde allí, andando a la carrera por Unter der Linden hasta la puerta de Brandenburg y luego al Bundestag. Por suerte sólo llegamos dos o tres minutos tarde. A pesar de eso, nos hicieron pasar enseguida, incluso antes de las 8:15 que era la hora de nuestra visita.

La cúpula del Reichstag es muy interesante e hicimos la visita con la audioguía en castellano. Tanto la visita como la audio son gratuitas. Lo que más me gustó fue la columna central de espejos. Las vistas en cambio, son bastante normalillas. Además al ser un día de invierno lluvioso y gris, ni siquiera el parque Tiegarten estaba bonito.

Al salir del Bundestag fuimos a ver la puerta de Brandenburg. Es impresionante y es el único vestigio que queda del imperio prusiano, aunque sea de estilo griego. Hay que decir que entre el Bundestag y la puerta se cruza una línea de adoquines colorados que señalan donde estaba el muro de Berlín. Esta huella está presente en todo el recorrido del antiguo muro.

A pesar de ser una zona bastante turística de la ciudad, por la hora que era no nos fue posible encontrar cafeterías abiertas, y terminamos desayunando en el Dunkin’ Donuts de Brandenburgertor. Mi padre y yo el menú de donut y café con leche por 2,99€ y mi madre, como no tenían descafeinado, donut y vaso de leche por 3,80€.

A continuación regresamos a la puerta para girar a la izquierda e ir a ver el memorial de los judíos muertos en Berlín. Es un memorial extraño que simula un montón de tumbas, y mi madre quedo muy sobrecogida por él.

Volviendo atrás tomamos el paseo Unter der Linden y después de pasar por enfrente de la embajada rusa, entramos en la tienda de Ampelmann. El Ampelmann es el diseño del señor andando y el señor parado que tenían los semáforos para peatones del Berlín oriental y ahora es muy popular como símbolo de la ciudad y hay souvenirs de todo tipo.

Por lo que respecta al paseo Unter der Linden, no lo pudimos disfrutar demasiado porque el bulevar central estaba en completamente en obras y además los tilos que le dan el nombre estaban sin hojas.

Seguimos nuestro paseo girando por Charlottenstraße buscando la plaza Gendarmen Markt, en la que se encuentran la catedral francesa y la catedral alemana, llamadas “dom”, y también el Koncert Hall. Es una plaza bastante bonita. A mi madre le llamó la atención que en la fachada de la catedral francesa estuviera representada la escena bíblica de la samaritana y el pozo, un motivo poco habitual.

Continuamos por Französischestraße, hasta la Universidad de Humboldt, que está delante de la catedral de San Hedwig y de otro edificio que estaba en obras.

De aquí volvimos a llegar al paseo Unter der Linden y cruzamos la calle para entrar al memorial de los muertos por la guerra y la tiranía, la “Neue Wache” qué quiere decir la “nueva guardia”. Al salir, como era muy temprano para comer o ir a los museos, tomamos un tentempié en forma de salchicha por 3€ para poder continuar visitando la ciudad.

Cosa que os contaré en la próxima entrada.

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