El muro

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Después de visitar el museo del cine alemán, fuimos al otro extremo de la ciudad, concretamente a Schlesisches Tor en metro (U2+U1). Nada más bajar entramos a un kebab a comer un döner enorme y tomar unas Agustinerbräu, cerveza que nos recomendó un señor allí mismo ante nuestras dudas a la hora de elegir entre la variada oferta. Los tres comimos por 12,50€.

Tentempié

Tentempié

Al salir cruzamos el río Spree por el puente Oberbaumbrücke, del que no sabíamos nada pero que es muy bonito. Después de cruzar y hacia la izquierda hay una sección de 1316 metros del antiguo muro de Berlín, quizás la más larga que queda en la ciudad, y que recibe el nombre de “East Side Gallery”. Esto es así porque el muro está pintado con murales de artistas contemporáneos. En medio de la “galería” hay un puesto de souvenirs temáticos sobre el antiguo Berlín oriental donde entre otras cosas te pueden poner el sello de la República Democrática Alemana en el pasaporte. Coste 1€. Yo por mi parte no osé tanto, y lo pedí en mi diario de viaje.

De aquí anduvimos hasta la parada del tranvía M10 con el que fuimos a Frankfurter Tor. De camino al tranvía lo vimos esperando en la vía muerta, es el final de línea, y como arrancaba para recorrer los pocos metros que le separaban del andén. Pensábamos que íbamos a perderlo y nos lo tomamos con muchísima calma. Sin embargo, al final subimos a él y aún tuvimos que esperar un rato a que saliera. Una vez arrancó, llegamos a nuestro destino en un santiamén.

En Frankfurter Tor confluyen dos avenidas estalinistas, Frankfurter Allee y Karl-Marx-Allee. Nada más bajar del tranvía vimos inmediatamente la magnitud de ambas avenidas anchísimas y de clara influencia soviética, con imponentes edificios enormes a ambos lados. Estos edificios se conocían como “palacios de los obreros de la RDA”. A pesar de todo, después de ir unos metros arriba y abajo no hay mucho más que ver, así que volvimos a subir al M10 en la misma dirección que veníamos para seguir hasta Nordbahnhof.

Cuando ya estábamos a punto de llegar a Nordbahnhof, a la altura de la penúltima parada, vimos un trozo del muro de Berlín pero no bajamos y seguimos hasta el final, que es lo que decía la guía de la “Welcome Card”. No obstante, la mejor parada para apearse era la penúltima como habíamos sospechado, así que tomamos en tranvía de nuevo en dirección contraria para bajar enfrente de Gedenkstätte Berliner Mauer o “memorial del muro de Berlín”.

Allí hay un pequeño museo en el que con cuatro fotos se explica la evolución del muro de Berlín y un mirador para ver a vista de pájaro una pequeña sección completa del muro, eso es, con la tierra de nadie entre los muros interior y exterior, el camino de ronda y una torre de vigilancia. Poca cosa más hay que destacar.

Para terminar ese día en Berlín nos quedaba visitar el museo de Pergamo, cosa que contaré en la próxima entrada.

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