Tomando kava

Kava

El segundo día en Nadi empezó relajado. Habíamos decidido tomarnos las cosas con calma porque ya habíamos visto que los planes iniciales serían difíciles de cumplir. Al llegar todo parecía muy complicado pero algunas cosas se pusieron en su sitio como piezas de Tetris y a la hora de la comida me sentía más optimista. Craso error.

Esa mañana nos despertamos a las 7:00 aunque remoloneamos y no fuimos a desayunar hasta las 8:00. El desayuno era en la terraza del hotel y, si no te ponías al sol, todavía hacía fresquito. Había un pequeño bufé libre de tostadas con mantequilla y mermelada, fruta (piña y sandía), zumo y café o té. Los siguientes desayunos en el Horizon nos permitieron comprobar que siempre había lo mismo, y que solo rotaba el tipo de fruta y había dos de las siguientes tres: piña, sandía o plátano.

Después del desayuno fuimos a la habitación a untarnos de crema solar y a preparar la mochilita de hacer turismo. Sobre las 9:30 estábamos en la recepción, pagamos la noche siguiente y reclamamos el reembolso del taxi sin éxito. Así nos dieron las 10:00 y como faltaba media hora para que pasara el autobús, recorrimos la calle que llevaba al Café Nadina a ver si teníamos la suerte del día anterior y algún taxi nos recogía por 1 FJD. Nada, solo encontramos los que cobraban la tarifa normal, 10 FJD (4,11€). Tomamos el autobús.

Una vez en el centro de Nadi, de camino al templo Sri Siva Subramaniya Swami vimos el mercado municipal y entramos en él. El mercado no estaba muy iluminado y los productos no eran tan coloridos como los del Sudeste Asiático, pero nos gustó porque estaba mucho más limpio y ordenado. El mercado consiste en largos mostradores donde los agricultores pueden llegar con su mercancía y ponerse a venderla, simplemente han de arrancar un cupón de su talonario prepagado y dejarlo a la vista.

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Durante el paseo un vendedor nos preguntó si habíamos visto el mercado de artesanías nativas y luego una señora nos preguntó lo mismo en otro punto del mercado. A ambos les dijimos que no, pero mientras el vendedor solo nos indicó dónde estaba, la señora se empeñó en llevarnos inmediatamente. Era un gancho, como comprobamos después.

El mercado de artesanías nativas estaba en un primer piso y cuando llegamos interrumpimos una ceremonia de bienvenida fijiana. Nos sentamos y esperamos nuestro turno.

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En la ceremonia había dos hombres de la tienda y nosotros dos, sentados en el suelo y formando un círculo. Uno de ellos estaba preparando la bebida que llaman kava (se pronuncia “cafa” más o menos), que se hace con raíz de yaqona molida (se pronuncia “yangona”) disuelta en agua. La kava es un narcótico moderado, aunque como todo, no se puede abusar. Cuando tuvo la bebida lista empezó la ceremonia.

El preparador dijo unas palabras en fijiano y luego todos dimos tres palmadas. Es importante, no obstante, que las palmadas no se den con las manos planas, como cuando se aplaude, sino que se haga con las manos cóncavas, creando un sonido sordo. Con una cáscara de coco a modo de copa, sirvió un trago de kava, se lo dio al chico de al lado y este me lo pasó. Fui el primero en beber porque me habían designado jefe, como señalaba la cuerda que salía del recipiente y llegaba hasta mí, con la concha blanca enfrente de mí. Por cierto, jamás se debe andar o saltar por encima de esta cuerda ni cruzar el círculo bajo ningún concepto. Antes de recibir la kava tuve que decir bula que significa “hola” y dar una palmada. Entonces tomé el coco y bebí de un trago todo el contenido, como manda la tradición, mientras todos los demás daban tres palmadas. Después, entregué el coco vacío, di otra palmada y dije vinaka, que significa gracias. A partir de ahí, la cosa se repite con cada invitado.

Dicho esto, a lo largo del viaje participamos en otras ceremonias parecidas y observé algunas diferencias. Una de las más significativas es que las palabras al recibir y entregar el coco eran diferentes y además de la combinación bulavinaka (hola-gracias), otras tribus dicen primero vinaka (gracias) y después maca, que se pronuncia “mada” y significa “vacío”. Otra diferencia es que la cuerda con la concha no la volvimos a ver. Por otro lado, aprendí más adelante que el jefe es siempre el que inaugura las rondas, y que si él no bebe, no bebe nadie. Eso sí, cuando el jefe empieza una ronda, no es obligatorio beber. Lo curioso es que, para inaugurar la ronda, el jefe se lo comunica a su portavoz, y es este el que dice algo así como “taki” (no pregunté cómo se escribía y no puedo confirmar que sea exactamente esta palabra) para que el maestro de ceremonias inicie el ritual.

Una cosa importante en la ceremonia es que sirve como excusa para hablar. Los fijianos expresan la hospitalidad con preguntas a los invitados, que demuestran su interés y que sirven para romper el hielo.

Finalmente, después de un par de rondas dieron por finalizada la ceremonia (las auténticas veladas de kava en Fiji pueden durar horas y horas) y después de las últimas palabras del maestro de ceremonias y las postreras tres palmadas, nos levantamos con la lengua un poco dormida. Por fin estábamos en Fiji, ya que según el chico de la tienda, hasta que no bebes kava no has llegado.

Evidentemente, después de la ceremonia nos enseñaron la tienda e intentaron que compráramos. No picamos, ni siquiera con el truco de hacernos sentir culpables por haber disfrutado de la ceremonia gratis. Cabe decir que en el caso de ir a un poblado a celebrarla, tienes que pasar antes por el mercado y comprar un sevusevu (regalo) para el jefe del poblado, que no puede ser cualquier cosa, sino un manojo de raíz de yaqona que cueste unos 30 FJD más o menos (12,34€). Y que no se os ocurra comprar la yaqona en su versión ya molida, porque le ofenderíais. Los turistas que había antes que nosotros sí cayeron y acabaron comprando una tortuguita de madera que les costó 135 FJD (55,54€). Un robo.

Por otro lado, Lux, el chico con el que más hablamos, nos preguntó qué planes teníamos y cuando le dijimos que quizás iríamos a Navala, nos dijo que él era de allí y nos propuso ir con él en un coche de alquiler. Deberíamos pagar 300 FJD (123,41€) por el vehículo y llevar cosas para el poblado, a saber: 1 kg de sal, 10 kg de azúcar, 10 kg de arroz y 10 kg de harina. Le dijimos que lo pensaríamos y nos fuimos.

Y ahora, antes de dar por finalizada la entrada, os dejo con una pluma invitada, Irukina, que os contará un poco su visión de la ceremonia:

La ceremonia de la kava es la ceremonia tradicional de bienvenida que se hace en las aldeas fijianas. Es un rito muy importante que te da la bienvenida a la comunidad y te hace sentir entre ellos. Serviría para unir lazos. En este caso sería una bienvenida a Fiji, de hecho nos ha dicho Lux que hasta que no se bebe el kava, no se está en Fiji y se sigue en el avión.

Otra cosa interesante es que como esta bebida te anestesia un poco la lengua, nos ha dicho que si la bebemos podremos hablar fijiano perfectamente.

Irukina, 13 de agosto de 2015

En la próxima entrada terminaré con Nadi.

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