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Viajar barato es posible pero lo que no se paga con dinero se paga en tiempo. En este caso para ir de Tokio a Myanmar tardé casi dos días ya que primero tuve que ir a Osaka a coger el avión y luego pasar una noche en Kunming. Pero vamos por partes.
El viaje a Myanmar empezó en febrero con la compra de los billetes de avión. La compañía elegida fue China Eastern, que solo vuela desde Osaka, así que eso ya lo sabíamos de antemano. Lo que no sabíamos es que además de la escala en Kunming de 14 horas, había una escala técnica en Shanghai de la que nos enteramos en el mismo aeropuerto de Kansai. Allí también realizamos unas últimas compras, almohadillas cervicales. És fantástico que en un aeropuerto haya una tienda de todo a 100 yenes.
Como decía, en el mostrador de facturación nos enteramos de que el vuelo a Kunming paraba en Shanghai y también de que en Kunming teníamos que recoger el equipaje y facturar de nuevo. La aventura sin embargo nos esperaba en Shanghai.
Al llegar al aeropuerto en la jardinera, un empleado nos estaba esperando a todos los pasajeros que íbamos a Kunming. Nos dio una pegatina y una especie de tarjeta de embarque y nos llevó por un montón de vericuetos hasta inmigración donde con cara de pena y el billete imprimido (sin billete no sé qué habría pasado) nos dieron un visado especial de 24 horas para poder hacer el tránsito. De allí, otra vez por pasillos desiertos, nos llevaron a la zona de embarque doméstica.
Contado así parece simple pero durante esa casi hora, fue curioso, cómico (el empleado/guía tenía voz de pito y solo sabía decir “foloumi”) y por momentos nos causó también cierta inquietud.
China Eastern
China Eastern es una compañía barata, de acuerdo, pero algunas actitudes y servicios no tienen excusa. Por ejemplo en el vuelo Osaka-Shanghai había mantas y almohadas, que desaparecieron después en cuanto el vuelo se convirtió en doméstico. Del mismo modo, la comida del tramo internacional no estaba mal del todo (el café con leche me gustó mucho), pero en los vuelos Shanghai-Kunming y Kunming-Yangon nos dieron sendas cajas de bollería industrial y “mierdecillas” varias.
Se puede volar con ellos, pero sabiendo dónde te metes.
El aeropuerto de Kunming
El aeropuerto más grande de Yunnan es un hub doméstico con una pequeñísima parte dedicada a vuelos internacionales. Eso lo explica casi todo: no se puede sacar dinero de los cajeros, no aceptan divisas y el cambio es un robo. Si pensáis pasar por ese aeropuerto llevad algunos renminbi.
De ese modo, las 14 horas de espera nocturna fueron un poco penosas, ya que no teníamos nada más que dólares y euros y no pudimos comprar ni comida ni alquilar una cama para pasar la noche en el área de descanso (un local de masajes que por la noche puede usarse para dormir).
Llegada a Yangón y la estación de autobuses
“¡Por fin en Yangon!” Después del último vuelo con retraso, hemos llegado a Yangón y ya tenemos hasta billete para Bagan. Creemos que no tenemos el mejor bus… pero no pasa nada. Nos ha costado 15.000 kyats por barba.”
Diario de viaje, 13 de agosto de 2013 – 16:35 h.
Al llegar a Yangón y después de recoger el equipaje nos dirigimos sin vacilar a la estación de autobuses pues la idea era ir directamente a Bagan, desde donde empezaríamos la ruta turística. El aeropuerto de Yangón es muy pequeño, pero todo fue muy bien. Cambiamos solo algunos dólares por temor a que se aprovecharan con el tipo de cambio o la comisión pero luego comprobamos que no era el caso, ya que aplicaron el mismo tipo de cambio que en los bancos de todo el país.
La sensación al salir a la calle fue de “país tropical” con el golpe de calor húmedo ese tan característico. Cogimos un taxi oficial de los que se pagan en el aeropuerto y luego le das el recibo al taxista, pero eso no impidió que nada más salir, el taxista montara a un amigo suyo que compartió trayecto a nuestra costa.
Las primeras impresiones de Yangón fuero de “autenticidad” y nos sorprendió que no hubiera motos. En esta ciudad están prohibidas.
Acerca de la estación de autobuses, se diría que no es tal. Se trata de un grupo de calles algunas sin asfaltar en la que todos los edificios son compañías de transportes, muchas de las cuales consisten solamente en un par de autocares recauchutados de Corea o Japón y un local-oficina-sala de espera.
Autobus de JR (Japan Rail) reutilizado en Myanmar.
“También nos está gustando que mucha gente lleva vestido tradicional. Muchas señoras y algunos chicos llevan un cosmético natural de color amarillo (…) Hay muchos monjes por las calles, o eso parece, (…) y también vendedores ambulantes de libros.”
Diario de viaje, 13 de agosto de 2013 – 16:35 h.
Esta última cita se confirmó, pero como veréis, cuando escribí el primer extracto (más arriba) fui demasiado optimista, o cenizo.
Bueno, esto es todo en la primera entrada sobre el viaje a Myanmar. Espero que os haya gustado.
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