Cuando aterrizamos en Port Vila, capital de Vanuatu, la mala suerte quiso que lo hiciéramos justo después de un enorme Boeing que venía de Nueva Zelanda, con lo que la cola para pasar inmigración fue eterna. Continue reading
Cuando aterrizamos en Port Vila, capital de Vanuatu, la mala suerte quiso que lo hiciéramos justo después de un enorme Boeing que venía de Nueva Zelanda, con lo que la cola para pasar inmigración fue eterna. Continue reading