El primer día auténtico del viaje, el vuelo del día anterior apenas lo cuento por el tema de los papeles, lo dedicamos a visitar lo más emblemático de Shanghai, su famoso paseo “The Bund” y las vistas de su moderno skyline. Así, desde nuestro hostal tomamos el metro, L2, una parada hasta Lujiazui, la zona en la que están los rascacielos más famosos de la ciudad. Fue una pena que el cielo estuviera nuboso-neblinoso, ya que las fotos no hacen justicia al panorama. Uno se siente pequeñito pequeñito al pie de esas moles. Eso sí, el efecto de los más altos perdiéndose entre las nubes tampoco está nada mal 🙂

Debido al tiempo, en lugar de tomar el ferry que cruza el río Yangtsé, volvimos a Nanjing Road en metro, desandando el camino anterior. Cabe decir que salimos perdiendo con el cambio pues el metro cuesta 3 yuanes y el ferry solo 2. Por otro lado, hay un túnel que une las dos riberas, pero quedaba descartado desde el principio ya que además de ser carísimo y aunque se llame “túnel turístico del Bund”, se trata solo de un corredor de 600 metros con lucecillas de colorines. Al salir del metro ya no llovía, aunque seguía nublado, y después de un poco de vagabundeo por Nanjing Rd. y su parte comercial peatonal, fuimos hacia el Bund.

El Bund es realmente un buen espectáculo. Las vistas hacia el skyline de Shanghai son geniales. Por otro lado, el lugar estaba atestado de turistas chinos lo que implicó el regreso de “los modelos” de Myanmar. Primero una niña se quiso hacer una foto con nosotros y luego, en el monumento a los héroes del pueblo, fue una familia entera por turnos.

Nuestro recorrido por la zona empezó en la estatua de Chen Yi, más o menos en el centro, y de allí fuimos hacia el extremo norte, donde está el mencionado monumento a los héroes del pueblo. Durante este trayecto nos fuimos deleitando con las vistas hacia Lujiazui, ya que por más que mires, no te cansas.

Una vez en el extremo, giramos sobre nosotros mismos para recorrer todo el Bund hasta su extremo sur, pero poniendo ahora el acento en el lado de tierra, donde están todos los edificios coloniales que le han dado fama al paseo. Ciertamente, el Bund es como un catálogo de la arquitectura de finales del s.XIX y principios del s.XX. Simplemente fantástico.

Recorrido todo el paseo cambiamos de tercio y nos dedicamos a la china clásica dentro de Shanghai, que os contaré en la próxima entrada, y después de eso y un descansillo en el hostal, salimos para cenar. Lo hicimos en la misma calle en la que nos alojábamos, Shanxi Rd. Gracias al menú con algunas fotos y a que sabemos algo de escritura china (los ideogramas japoneses fueron tomados de los chinos) pudimos pedir algo que más o menos sabíamos qué era, y por 28 yuanes los dos, comimos arroz con ternera y verduras, fideos con caldo de pollo y tortilla, y además un té para Amaya. Luego, en un local de la misma calle yo me tomé un pastelito de hojaldre, llamado “portugués”, por 2 yuanes.

Pocos metros más adelante estaba Nanjing Rd. toda iluminada, que me recordó ligeramente el Portal de l’Àngel de Barcelona, aunque claro, hay más luces. Recto desde Nanjing Rd. y en medio de un río de gente, era sábado noche, llegamos por segunda vez ese día al Bund. Tanto el paseo como sus vistas son, de noche, más espectaculares si cabe.

Por otro lado, ni de noche nos sacudimos la fotogeneidad, y de nuevo un buen número de niños y adultos han querido hacerse fotos con nosotros. Por nuestra parte, nosotros también nos hemos dedicado a la fotografía chorrada, como por ejemplo la de aguantar la Oriental Pearl Tower con el dedo o la de la corona luminosa…

Después de recorrer todo el Bund hasta el extremo sur, regresamos por Jiujiang Rd. hasta Henan Rd. y de allí el camino conocido hasta el hostal.

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