La última cena en Kūnmíng

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El último día en Kūnmíng habíamos deambulado por la ciudad buscando un hostal y luego paseado por el Lago Verde, donde vimos a sus gentes a su aire. De allí, volvimos a la zona del hostal en el autobús número 2 y cuando bajamos, nos acercamos al hotel Kūnmíng para preguntar si había autobuses o shuttles para el aeropuerto, ya que el autobús metropolitano más temprano, salía solo media hora antes que nuestro avión. El tiparraco del hotel no sabía ni siquiera de lo que le hablábamos o eso nos hizo creer, aunque era uno de los únicos que hablaba inglés. Realmente creo que no le gustaba que estuviéramos con nuestra pinta pseudo-andrajosa en su lujoso hotel. Sin embargo, como contaré en la próxima entrada, si había un servicio parecido al limousine bus de Japón pero lo descubrimos de chiripa.

Esa noche, para terminar nuestra experiencia en Yúnnán, fuimos a comer los famosos fideos “cruzando el puente”, típicos de la región. Al llegar a la dirección donde se suponía que estaba el restaurante Zhèn Xīng lo que encontramos fue otro llamado Jiàn Xīn Yuán. Al principio dudamos mucho y acabamos preguntando en la farmacia de al lado. Era el mismo, solo que ahora pertenecía a una cadena. De hecho, al entrar vi en el menú el nombre completo:

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Los fideos “cruzando el puente” consisten en un bol enorme de caldo de pollo, pato y costilla de cerdo, con mucho fundamento que diría Arguiñano. Te lo traen prácticamente hirviendo y luego, en función de la variedad que elijas y el precio que pagues, te traen una serie de acompañantes crudos. Estos, te los echas (o te lo echa la camarera, como fue nuestro caso) en el caldo para que se cocinen en ese mismo instante. Por último, al caldero se le añaden los fideos de harina de arroz y ¡a comer! En nuestro caso, elegimos la versión tradicional, que entre otras cosas llevaba: un huevo de codorniz, cerdo, jamón curado, pollo, brotes de soja, algo que parecía tofu o queso, y varias verduras. El precio fue de 18 yuanes por persona (2,38€). Cabe mencionar que el más lujoso en ese local costaba 200 yuanes (26€).

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Sobre el nombre, cuenta la leyenda que una señora tenía que llevar la comida a su marido que trabajaba al otro lado del río, y que para que llegara calentita al empezar el trayecto salía de la casa con el caldo hirviendo aún. Luego, en su destino aprovechaba que todavía estaba muy caliente para poner los otros ingredientes y que estuviera como recién hecho. Como tenía que cruzar un puente, pues así se llaman.

Y bueno, aquí termina la parte del viaje sobre Yúnnán. En la próxima entrada ya hablaré de el viaje entre Kūnmíng y Vientiane (Laos).

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