En Tat Sae bajo la lluvia

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La siguiente mañana en Luang Prabang nos despertaron los martillos neumáticos de una obra cercana, y a media noche ya lo habían hecho los rayos y truenos de la tormenta que teníamos encima. Menos mal que hicimos la excursión el día antes. Durante un rato, estuvimos desayunando y mirando la lluvia, pensando que hacer ese día. Así por ejemplo, yo hice este pequeño dibujo de un tuc-tuc cubierto para los días de lluvia.

Tuktuk_cubierto

Finalmente, con nuestros ponchos del todo a 100 ¥ (0,75€), nos decidimos a buscar un tuc-tuc para ir a las cascadas de Tat Sae. Cuando encontramos al conductor nos pidió 150.000 kips (16,67€) y sólo pudimos conseguir una rebaja de 10.000 para un precio pactado de 140.000 (15,56€). No obstante, cuando volvimos, le pagamos los 150.000 íntegros, porque era verdad que para ir hasta Tat Sae tenía que pagar peaje a la ida y a la vuelta y un parking, además de esperarnos en Ban Aen, dos horas.

Para ir tardamos una media hora hasta el pueblo de Ban Aen, donde cogimos un pequeño esquife a motor que en cinco minutos nos llevó al pie de las cascadas. El trayecto es muy bonito y no sabemos si fue por ser temporada baja, pero el barco nos costó la mitad de lo que ponía en la guía.

Una vez allí, compramos la entrada básica, que no incluye ni paseo en elefante ni tirolinas. Nos costó 15.000 kips (1,66€) por persona. Nada más llegar vimos los elefantes, que son más pequeños que los que yo había visto antes pero aún así impresionantes. Creo que el recorrido, si subes al elefante, es más largo que el que ofrecían en Bali. Eso sí, si os gustan los elefantes de verdad, tenéis la opción de bañar a uno de ellos unos 20 minutos, si compráis la entrada más cara. De la tirolina, no tengo información más allá de que cuesta un pastizal y que no había nadie haciéndolo, mientras si había varia gente subiendo en elefante a pesar de la lluvia.

25b Tat Sae 027

Las cascadas son muy bonitas  y no se trata del típico salto de agua impresionantemente alto o ancho, sino que más bien parece como si un río hubiera abandonado su cauce y se hubiera puesto a bajar una montaña por en medio de un bosque. De hecho, a veces resultaba difícil delimitar el cauce del río. Además, viendo como en la temporada de lluvia, algunos paseos (pistas de cemento) están sumergidos, creo que los límites del río cambian por estaciones.

El parque o complejo de Tat Sae está, para mí, un poco mejor acondicionado que el de Kuang Si. Por ejemplo, hay pasarelas de madera alrededor de los saltos de agua y puentes que cruzan las piscinas naturales más anchas, además de escaleras que bajan a las zonas de baño.

Ese día, como después teníamos que tomar el autobús y no teníamos hotel pues ya habíamos hecho el check-out, fuimos sin bañador así que no nos bañamos. Además, estaba lloviendo a mares. No obstante, me parece que las cascadas de Kuang Si eran mejores para bañarse, ya que ofrecían tres zonas de baño distintas, y también más divertidas, pues tenían algunos elementos lúdicos. En la cascada de Tat Sae, sólo se podía subir por el medio de algunos saltos de agua y balancearse con una cuerda para dejarse caer al agua.

La vuelta, fue tranquila y poco a poco dejó de llover. Al llegar a Luang Prabang bajamos a comer a un restaurante que habíamos descubierto, en el cual siempre había un descuento por temporada baja del 10%. Amaya comió sepia con albahaca y yo arroz frito con vegetales y anacardos y me tome una Mirinda. Total 54.000 kips (6€).

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Esa tarde nos íbamos Vang Vieng.

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