Después de la siesta

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Como dije en la entrada anterior, después de comer en el embarcadero de Don Det, regresamos al hotel a relajarnos, y quizás se nos fue un poco la mano. Así, mirando el río Mekong, sorbiendo nuestras bebidas y dormitando nos dieron las cinco más o menos. Nos levantamos y empezamos un paseo hacia el sur de la isla.

Al empezarlo, yo pensaba que la podríamos rodear, yendo por el lado del amanecer y volviendo por el lado del atardecer disfrutando de las vistas, pero no. Primero, hasta el puente francés resultaron ser unos 5 km complicados además por los resbaladizos lodazales. Segundo, el sol se ponía antes de lo que pensábamos y cuando alcanzamos el puente, ya era casi de noche.

Río Mekong

Río Mekong

Aún así, el paseo por el lado del amanecer fue muy bonito, con las cabañas, el río, la gente (niños y jóvenes), los animales y los campos de arroz. Pero aún con todo eso, el mejor tramo es el que corre por el sur, con Don Khon al otro lado. Ver el pueblo/bungalows desde la ribera de enfrente es muy bonito.

Para volver, tomamos la carretera principal que va por el centro de la isla, y menos mal que teníamos las linternas, porque estaba oscuro como boca de lobo y no había ni una farola ni nada que se le pareciera. Claro, que llamarlo carretera principal también tiene delito, porque no es más que una tira de tierra entre campos de arroz. Nos costó un poco, pero por fin llegamos a nuestra Guest House y nos quedamos a cenar allí mismo.

Atardecer en Don Det

Atardecer en Don Det

A la hora de la cena nos atendió Suk, el mismo chico con el que habíamos negociado al llegar, el que nos enseñó la habitación, y que parecía que tenía que cocinar y ser también el camarero. Nos preguntábamos si habría alguien más en el staff de ese complejo de bungalows. La respuesta es que creo que los padres de este chico no daban un palo al agua, e incluso una vez que pedimos una cosa que no tenían en el stock del hotel, fue también el mismo Suk el que cogió la moto y lo fue a comprar al supermercado.

Para cenar, pedimos una hamburguesa de calabaza, comida típica de la región, y filete de pollo, muy bien guisadito. En total con un Sprite y un zumo de limón, 76.000 kips (8,57€).

Esa noche, nos acostamos pronto porque al día siguiente nos tocaba remar. Por cierto, nos supo un poco mal, al acostarnos, no haber contratado la excursión en nuestro hotel, porque el chico parecía muy interesado y no creemos que tuviera muchos clientes.

Volviendo a oscuras

Volviendo a oscuras

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