Continúa el regreso

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Para volver a la capital de Laos, una vez más nos la habían metido con el transporte y el autocar para ir de Pakse a Vientiane era una mierda.

Una carraca de dos ejes, muy alejada del autobús de ocho ruedas con el que habíamos hecho el trayecto contrario. Además de pequeño, tenía poco espacio para los equipajes y algunos pasajeros tuvieron que compartir cama con sus mochilas. Por otro lado, sobre los camastros que nos tocaron, los difusores del aire acondicionado habían sido arrancados, con lo que había dos enormes agujeros, uno a la altura del pecho y otro de los pies, por los que salía el aire frío a chorro. Tampoco había cena, a la ida si la había habido, pero eso no era nada comparado con la falta de higiene. Yo tuve suerte, pero Amaya le picaron algunos bichos. Para colmo, como estábamos más allá de las ruedas traseras, cada bache nos hacía saltar por los aires, despertándonos si es que acaso estábamos dormidos. En resumen, un desastre que no pudimos remediar, ya que el señor de la agencia Mr. Mo’s sólo se ofrecía a devolvernos el dinero para que comprásemos billetes de otra compañía, que para recochineo mayúsculo costaban lo mismo y eran autocares espléndidos, si volvíamos a Don Det para que nos lo diera en mano.

Cuando llegamos a Vientiane, sobre las ocho y pico, y no sobre las seis como se suponía, tuvimos follón con el del tuk-tuk. Al principio nos quería cobrar 20.000 kips (2,30€) por persona, y le dijimos que ni hablar porque sabíamos que la tarifa era de 15.000 (1,72€). Conseguimos esa rebaja, pero nos cobró a escondidas. Cuando el resto de pasajeros que estaban en el tuk-tuk se enteraron de que sólo ellos iban a pagar 20.000 kips, hubo un motín. Al final, gracias a un japonés afincado en Laos que lleva 10 años en el país y habla perfectamente el idioma, se arregló todo y todos pagamos lo mismo, o sea 15.000 kips.

Por su parte, en el centro, encontrar hotel no fue difícil, porque hay muchos, pero elegir ya fue más complicado. Al final nos decidimos por el Mixay Paradise, uno un poco más caro, pero con un buen desayuno incluido, lo que nos compensaba teniendo en cuenta que al día siguiente íbamos a comer en el avión.

Hasta las 10:00 de la mañana, no estuvimos en disposición de hacer la última actividad turística del viaje.

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