Las últimas horas en Marrakech las íbamos a dedicar únicamente a ir al aeropuerto en autobús, pero no fue tan fácil como pensábamos a pesar de las precauciones que habíamos tomado el día anterior.
Nos levantamos tarde para lo que había sido el viaje, a las 9:00 y fuimos a desayunar con calma. Pagamos el hotel y a poco después de las 10:00 salimos. Llegamos con mucho tiempo de margen a La Gran Poste y esperamos a que viniera el autobús número 11.
Pasó y pasó el tiempo y el número 11 no llegaba. Cuando ya llevábamos más de 40 minutos esperando y los números de los autobuses empezaban a repetirse, preguntamos y descubrimos que el 11 no paraba allí, sino en Bab Doukkala. En el hotel nos habían informado mal, y el 11 no pasaba por la plaza 16 de noviembre.
Tuvimos que ir andando hasta Bab Doukkala, que no estaba demasiado lejos, pero arrastrando los trolleys y aunque fuera febrero, terminamos todo sudados porque hacía bastante calor. Cuando llegamos a la plaza vimos una parada de autobús, pero no ponía que autobuses paraban allí. Vimos además un par de números 11, pero no fuimos capaces de ver dónde paraban.
Preguntamos de nuevo allí mismo, en la parada en la que estábamos, pero no solo por el 11, sino también por el 18, otro autobús que llevaba al aeropuerto y que había descubierto mirando un mapa de los autobuses en la parada misma (la guía solo hablaba del 11), y por fin tuvimos un poco de suerte: paraba en esa parada.
Lo curioso es que una vez en el 18 pasamos por la Gran Poste. De hecho, mientras esperábamos en la plaza 16 de noviembre, habían pasado algunos 18 pero en ese momento no sabíamos que ese autobús también iba al aeropuerto, y en la plaza no hay mapa con las rutas de los autobuses. De hecho, no hay parada como tal, sino un simple poste.
El 18 cuesta 4 dirhams (0,37€) y nos llevó por Hassan II, giró por Mohammed VI a la izquierda y siguió hasta el olivar de Bab Jdid. Allí, torció a la derecha por la avenida de la Menara y al final, frente a los jardines homónimos, gira a la izquierda por Rue El Ordone. Finalmente, gira de nuevo a la derecha por la Av. Ghmassa. Mientras se recorre la avenida, basta con decirle “aeroport” al conductor para que este te avise de dónde bajar. Una vez en tierra, no hay más que seguir los carteles. En cinco minutos estás en el aeropuerto.
Check-in, control de seguridad y embarque se sucedieron sin problemas, además de comprar unos pistachos para gastar los últimos 30 dirhams (2,79€) que nos quedaban. El vuelo a Barcelona fue tranquilo y lo pasé terminando el diario de viaje.