Las últimas horas en Marrakech las íbamos a dedicar únicamente a ir al aeropuerto en autobús, pero no fue tan fácil como pensábamos a pesar de las precauciones que habíamos tomado el día anterior. Continue reading
Las últimas horas en Marrakech las íbamos a dedicar únicamente a ir al aeropuerto en autobús, pero no fue tan fácil como pensábamos a pesar de las precauciones que habíamos tomado el día anterior. Continue reading
La última noche en Marrakech la pasamos disfrutando de Yamaa el Fna una vez más, que al ser domingo estaba más llena que las otras veces. Para cenar no tuvimos dudas, porque queríamos repetir el kebab de pollo del primer mediodía. Además, como Amaya tenía mucha hambre cruzamos la plaza sin entretenernos viendo a los artistas callejeros, que por otro lado eran los mismos que la primera noche. Continue reading
A poco de despedirnos de Uarzazate nos pararon para comer en un bar de carretera que como había predicho, estaba aislado y por lo tanto no había alternativa. Allí solo tomamos un té y un café, precios normales para Marruecos. Pero luego comprobé que los menús tenían precios desórbitados, entre 120 y 140 dirhams (11,15-13,00€). Además, estaba en un lugar con mucho viento y a Amaya le entró un grano de arena en un ojo, que estuvo molestándole un montón de tiempo, pero que como había entrado se fue. Continue reading
Nada más salir del desierto volvimos a parar en el café en el que hicimos la intempestiva parada del día anterior que nos jodió el atardecer, lo que confirmaba mi opinión de que era una parada concertada de carácter económico. De allí, cruzamos Zagora, una pequeña ciudad de color rosa, bastante agradable a primera vista, con parques y fuentes. Continue reading
Una de las cosas más típicas después de pasar una noche en el desierto es levantarse a ver el amanecer, hasta el punto que algunas excursiones incluyen un tramo extra en 4×4 para ir a verlo en medio de las dunas. No era nuestro caso. Nosotros nos conformamos con ver el amanecer desde nuestro campamento. Para eso nos pusimos el despertador muy temprano y salimos en pijama, con solo los chaquetones como prenda de abrigo. No obastante, el despertador no hacía falta porque al cabo de un rato de haber salido a la fresquita mañana del desierto, un bereber pasó tienda por tienda despertando a todo el mundo. Continue reading
El campamento en el que hicimos noche en el Sahara estaba formado por doce tiendas en círculo. Once eran para dormir, con capacidad para cuatro personas y la duodécima era la jaima restaurante-salón. A nosotros nos tocó la número siete y tuvieron que ponernos un colchón extra porque íbamos a ser cinco. Los cuatro de nuestra minicaravana, y una chica galesa que no sabría hasta más tarde por qué, no durmió en la tienda que les hubiera correspondido por su grupo de dromedarios. Era insoportablemente maleducada y egoista. Continue reading
La tercera etapa del tour, si puede llamarse así, fue una parada en un mirador para ver el valle del Draa, o mejor dicho un cañón del valle. El cañón parecía un escenario de ciencia ficción, quizá por el aspecto que le confería estar completamente seco. Por cierto, si en febrero estaba seco, ¿cómo estará en verano? La parada fue corta y además de las vistas lo más destacable fue el viento huracanado que soplaba. Continue reading
La segunda etapa que incluía nuestro itinerario era una parada para ver la famosa kasbah de Aït Ben Haddou. ¿Qué no os suena? Pues estoy seguro de que la habéis visto un montón de veces, ya que es un clásico escenario para películas y series de todo tipo, desde Lawrence de Arabia hasta Juego de Tronos. Continue reading
El sexto día de viaje tuvimos que madrugar de nuevo. A las 6:15 nos levantamos y a las 6:45 ya estábamos en la recepción del hotel Toulousain para que nos guardaran el equipaje hasta el regreso del desierto y poder desayunar un poco. El desayuno era de 7:00 a 9:00, y a las 7:00 como un clavo nos presentamos en el bar. La cosa no estaba mal, pan con mermelada y mantequilla, un bollo, yogur, zumo y té, pero solo tomamos un poco de cada cosa. No me gusta comer demasiado antes de un viaje en autocar porque nunca sabes como te puede sentar y si habrá muchos baños o su estado durante el trayecto. De todos modos, nos llevamos los yogures por si teníamos hambre a medio camino. Continue reading
La cena de esa noche la comimos en el puesto número 117, Chez Mouha. El menú consistió en tanjia, salchichas, harira, aceitunas, berenjena asada y pan. La tanjia era lo que queríamos probar pues es típica de la zona y consiste en un estofado de cordero que se guisa en una vasija de barro entre 8 y 12 horas. Estaba muy tierno y sabroso, pero sospecho que no lo habían hecho a la manera tradicional y que no estuvieron 8 horas para cocinarlo. Lo digo porque los puestos y las cocinas aparecen a media tarde y no había pasado pues el tiempo suficiente. Las berenjenas también estaban riquísimas. Continue reading