Dos días de excursión VII: regreso a Marrakech

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A poco de despedirnos de Uarzazate nos pararon para comer en un bar de carretera que como había predicho, estaba aislado y por lo tanto no había alternativa. Allí solo tomamos un té y un café, precios normales para Marruecos. Pero luego comprobé que los menús tenían precios desórbitados, entre 120 y 140 dirhams (11,15-13,00€). Además, estaba en un lugar con mucho viento y a Amaya le entró un grano de arena en un ojo, que estuvo molestándole un montón de tiempo, pero que como había entrado se fue.

Después de la “comida” ya no hicimos más paradas y regresamos a Marrakech, pero no desanduvimos el camino de la ida ya que no volvimos a cruzar el puerto de Tizi n’Tichka y si vimos la nieve, fue solo a lo lejos. Por ese motivo, fui haciendo fotos del camino, no porque fuera especialmente bonito o interesante, sino para tener la información del GPS de la cámara y ver por donde regresamos, ya que no tenía claro si era por una ruta más al norte o más al sur de la del día anterior. Pero ni así pude saberlo.

05i Por la carretera 031

Paisaje típico

Atlas

Atlas

Cuando por fin volvimos a Marrakech bajamos del autobús a la carrera para no tener que dar ya más propinas. Estábamos hasta el moño. En la misma plaza Foucauld donde nos dejaron subimos al autobús municipal número 1 y fuimos al hotel Toulousain.

Allí recuperamos nuestros equipajes y nos dieron una habitación diferente a la de la primera noche. Era un poco más moderna, estaba en un edificio parecía que más nuevo, pero era más pequeña y estaba en la segunda planta. El precio era el mismo. Después de una ducha reparadora, tuvimos que bajar a la planta baja, que era donde estaban los baños compartidos, descansamos un poco en el hotel antes de ir a cenar a Yamaa el Fna.

Antes de salir a cenar preguntamos en el hotel dónde podíamos coger el autobús número 11 que tendríamos que tomar el día después para ir al aeropuerto. Nos dijeron que delante de “La gran poste” y fuimos a ver si lo encontrábamos para aprender el camino y no tener sorpresas a la mañana siguiente. La encontramos a la segunda, y resulto ser en la plaza 16 de noviembre.

De allí fuimos andando hacia Yamaa el Fna. El trayecto que en autobús parecía cortísimo, se nos hizo en cambio bastante largo, y no ayudaba que desde muy pronto se viera el minarete de la Kutubía, y que este nunca pareciera más cercano. Por fin llegamos.

Lo que hicimos esa noche, no obstante, lo dejo para la próxima entrada.

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