La metrópolis y su gente

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Cuando regresamos de Suzhou ya oscurecía pero aun queríamos ver alguna cosa, concretamente el ambiente nocturno de Xintiandi, una zona lujosa y pija que está donde antes se ubicaba la concesión francesa de Shanghai. Nada más bajar del metro en Huangpi, L1, uno ya respira la modernidad y la opulencia de la zona, con los edificios de Gucchi o Dolce & Gabbana. Una modernidad diferente, no obstante, a los rascacielos de Lujiazui, una zona al fin y al cabo de oficinas. Se trata de una modernidad cosmopolita, en la zona se ven muchos expatriados, y de moda, con un montón de shanghainenses a la última. A pesar de todo, la parte francesa se limita a una plaza rodeada de cuatro edificios en los que hay restaurantes caros y un Starbucks.

Curiosamente, en el mismo barrio está también la casa-museo del Partido Comunista en la que se ha convertido el “hutong” en el que tuvo lugar el Primer Congreso del PCC. Esa noche queríamos averiguar dónde estaba exactamente para ir a visitarla a la mañana siguiente.

La cena la tomamos en nuestra calle, Shanxi Rd., y comimos xiǎolóngpáo (panecillos rellenos de carne al vapor), sopa de fideos con ternera y Shanghai shēngjiān, una especialidad local consistente en rollitos de pan rellenos de carne y fritos con sésamo negro. Buenísimos.

Que no os engañe la foto, están geniales.

Que no os engañe la pinta, están geniales.

Al día siguiente nos levantamos temprano para poder ver a la gente en su salsa en la Plaza del Pueblo. En sí misma no es gran cosa, pero vale la pena dar un paseo por ella para ver a los practicantes de taichi, los jugadores de ajedrez, los gimnastas matutinos, los artistas marciales, los deportistas de la tercera edad, etc., En nuestro caso además, vimos a una señora occidental aprendiendo la danza de los abanicos con una maestra, y un par de vejetes calígrafos efímeros, ya que escribían en el suelo con agua.

De allí fuimos a Xintiandi pasando por delante del Museo de Shanghai y el Gran Teatro de Shanghai, un par de mamotretos bajitos que contrastan con el Hotel Radisson y su cúpula con forma de ovni y el Marriott Executive Apartments, uno de los edificios que más me gustó de la ciudad.

En la concesión francesa visitamos la casa del Primer Congreso del PCC, y  es una pena que no se pudieran hacer fotos porque hay varias reliquias interesantes y la reproducción de la reunión fundacional con muñecos de cera como documento, y no tanto del pasado como del propio presente debido al protagonismo de Mao Zedong, no está nada mal. Realmente no sé qué rol tuvo Mao en esa reunión, pero como fue uno de los que sobrevivió y se convirtió en el padre de la patria comunista, tiene un papel preponderante y es el único que está de pie mientras el resto lo observan con atención.

De allí fuimos recorriendo Fuxing Rd. hasta la casa de Sun Yatsen que solo vimos por fuera porque ya no teníamos mucho tiempo y además la entrada costaba el doble de lo que pensábamos. Sin embargo, durante el trayecto cruzamos las interesantes Sinan Mansions, otra zona de aspecto pijo como Xintiandi, pero con encanto, y varios callejones hacia el interior o “lilong” (¡por fin he aprendido como se llaman los “hutong” en Shanghai!).

03 Shanghai 332 La Plaça del Poble 28

Para terminar el turismo en Shanghai tomamos un té en un puesto de Xintiandi. Estaban muy buenos y además permitían mucha personalización de temperatura (con hielo/con poco hielo/frío sin hielo/del tiempo/templado/caliente) y azúcar (100%/90%/70%/50%/30%/0%). Amaya lo tomó verde con limón y yo de wūlóng “cortado” con nata semilíquida. Estaban tremendos, cada uno en su estilo, el de té verde con limón era súper refrescante con un toquecito ácido y el mío con el sabor tostado y un poco a cereal del té azul al que le iba muy bien la cremosidad de la nata. ¡Y te los cierran sellándolos al vacío!

¡Ey, lo que está más cerca de mí no es una cerveza! Es té con nata, mmm.

¡Ey, lo que está más cerca de mí no es una cerveza! Es té con nata, mmm.

Después de recoger el equipaje de la consigna del hostal tomamos el metro por última vez y pasamos también por última vez el control de seguridad (rayos X como en los aeropuertos) que hay en cada estación. El vuelo hacia Kunming salía del aeropuerto de Hongqiao, no de Pudong que es donde habíamos llegado, y por eso podíamos ir cómodamente en metro, L2 o L10. Cabe decir que a Pudong también se puede ir en metro, L2, siempre y cuando la hora sea prudente, último convoy sobre las 19:00, y haciendo un transbordo a medio camino.

Bueno, hasta aquí nuestros días en el este de China, Shanghai y Suzhou. A partir de la próxima entrada, empezamos con la región de Yúnnán.

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