De Cáicūn a Dàlǐ volvimos en el autobús número 2, pero esta vez nos tocó un vehículo viejuno. O al menos debía tener la suspensión completamente arruinada, ya que dimos unos botes increíbles. Parecía que fuéramos en una neumática fueraborda tipo Zodiac y tomáramos las olas perpendicularmente. Yo que iba sentado en el suelo, no había más sitio, acabé con las posaderas bien doloridas. El pasaje estaba fundamentalmente formado por turistas chinos y les oí discutir sobre donde bajar para visitar la ciudad vieja. Así, me erigí como el guía improvisado cuando anuncie a voz en grito que habíamos llegado a la Puerta del Norte: 北门到了! (Běimén dào le!). Continue reading