Bambú y autobuses

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El segundo día en Kūnmíng la cosa fue bastante mejor. No llovió y hacía fresco y nos apañamos muy bien para usar el transporte público sin problemas.

Por la mañana temprano fuimos al Templo de Bambú, en las afueras de Kūnmíng. Para ir, primero tomamos el autobús número 128 hasta Huáng Tǔ Pò (黄土破) y allí nos captó una minivan por 10 yuanes/pax (1,25€) que nos dejó en la entrada del templo, mientras seguía su camino e iba dejando al resto de viajeros aquí y allá. Cabe decir que estas minivans no son un transporte exclusivo para turistas y que los chinos también las usan para los trayectos en los que no hay otra alternativa. El conductor por su parte llevó la conducción china al límite, invadiendo el carril contrario en numerosas ocasiones y saltándose una doble continua, por poner un par de ejemplos.

La entrada al templo costó 6 yuanes (0,75€), una de las más baratas que pagamos en todo el viaje y lo visitamos completamente solos. No vimos a ningún turista extranjero, en el monte Xī tampoco vimos a ninguno en todo el día, y solo cuando ya nos íbamos empezaban a llegar algunos turistas chinos. Realmente habíamos ido al Templo muy temprano porque ese día lo teníamos bastante completo.

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El templo, como es habitual en China, tiene una estructura lineal, con los pabellones principales que se suceden uno detrás de otro hacia lo alto de la montaña y algunos pabellones auxiliares y jardincillos a los lados. Además de por su arquitectura, el templo destaca, principalmente, por el gran número de estatuas que hay en los pabellones. En el interior de las salas no se puede hacer fotos pero como no había nadie… Otra cosa interesante son los corredores llenos de lámparas rojas. En todas ellas estaba escrita la palabra 福 (fortuna, suerte, felicidad) y cuando le pregunté a un monje como se leía en chino (“fú”) además de decirmelo me regalo dos colgantes.

Para volver no sabíamos qué hacer exactamente ya que no hay parada de bus y dependes de que pase o no un transporte. Nos quedamos en la puerta esperando si alguna minivan llegaba con turistas y podíamos regresar con ella pero tuvimos suerte de que antes pasara el minibus C68 hacia Huáng Tǔ Pò. ¡También había transporte oficial y no lo sabíamos! A pesar de todo, como es una ruta poco común y aunque el microbús era roñoso, el precio era de 6 yuanes/pax, tres veces más que los autobuses municipales normales.

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“Comisaria” portatil

Una vez en Huáng Tǔ Pò queríamos ir a Yuan Tong Jiē (calle Yuan Tong) pero no sabíamos cómo. Miramos las rutas de los autobuses, por supuesto todo en chino, y vimos que el 83 iba a Yuán Tōng Shān (monte Yuán Tōng) ¿Sería lo mismo? Sí, Yuán Tōng Shān es la pequeña colina donde están el templo Yuán Tōng y el zoológico de Kūnmíng, mientras que la calle Yuán Tōng Jiē es una de las que la rodea. Así, al bajar en la parada de Yuán Tōng Shān solo tuvimos que seguir la calle hacia el Sur y girar la primera a la derecha para encontrar el templo.

La entrada al templo Yuán Tōng también nos costó 6 yuanes/pax, como el templo de Bambú, pero no nos pareció tan bonito a pesar de tener lugares bastante fotogénicos. La estructura es parecida a la del templo de Bambú pero en este templo lo más destacable son el pabellón/pagoda central que se encuentra en medio de un estanque y el último pabellón que es de piedra blanca y estilo indio.

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Al salir del templo de Yuán Tōng fuimos hacia el centro de la ciudad. Primero tomamos Ping Zheng Jie y comimos nada más entrar en el callejón. Amaya tomó fideos con carne y yo arroz frito con ternera. 10 yuanes por barba (1,25€). La calle resultó ser un corredor lleno de contrastes, con restaurantes lujosos al lado de tenderetes callejeros y profusión de cochazos de lujo. El punto culminante fue sobre la mitad, con un restaurante francés de entrada privada con aparcacoches y mâitre en el puerta y enfrente un puesto de comida frita con comensales sentados en taburetes de plástico.

Al salir de Ping Zheng tomamos Renmin Lu hasta Zheng Yi Lu. Un cambio grande al pasar de una calle estrecha con casitas bajas a una avenida con enormes paradas de autobús y edificios altos. Por cierto, las paradas de autobús son enormes, larguísimas, y cuando llegan 3, 4 o 5 autobuses seguidos, no hay un punto fijo en el que subir y bajar de cada número, con lo que la gente tiene que correr a lo largo del andén hasta su autobús, que por otro lado, no espera a nadie.

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La idea de girar por Zheng Yi era encontrar la mezquita de Chang Neng y los exiguos vestigios del barrio musulmán o huí, pero lo que encontramos fue un paseo ancho peatonal muy moderno (tan peatonal como puede ser algo en China donde las motos se meten por todas partes). En la guía decía que la mezquita estaba en el número 51, pero allí solo hay un banco que yo confundí con la mezquita por culpa de una cúpula de cristal y dos torreones que se me antojaron minaretes. En realidad sin embargo, la mezquita estaba en el número 16, pero no valía gran cosa. Lo mejor de Zheng Yi fueron sus callejones adyacentes con antiguos edificios de madera. Lo peor, los mendigos con deformidades.

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El banco que confundí con una mezquita moderna

A continuación, después de un zigzag en Jin Bi Lu y de cruzar la Puerta del Caballo Dorado, símbolo de Kunming, tomamos Dong Si Jie hasta la pagoda Oeste de las Pagodas Gemelas, cruzamos la plaza hasta Shu Lin Jie, donde está la pagoda Este y dimos por concluido el paseo turístico.

Esa misma tarde nos íbamos hacia el Sur de Yunnan en autobús (habíamos dejado las mochilas en el hostal y viajábamos solo con lo imprescindible que llevábamos todo el rato encima) y para ir a la estación de autobuses del Sur tomamos el metro en la estación de Dong Feng. Se trata de un metro modernísimo anque de momento solo tiene tres líneas, si bien dos son la misma que cambia de nombre a medio recorrido y la tercera no está conectada a las otras dos. El precio, 4 yuanes por cabeza (0,50€).

En la estación compramos agua y unas magdalenas y hay que ir con cuidado. Vi como reponían y ponen lo reciente delante de lo antiguo, en vez de detrás, con lo que hay lotes que pueden llevar siglos allí. Es imprescindible mirar la fecha de envasado o de caducidad cuando se compra en China.

Bueno, hasta aquí el callejeo por Kunming, en la próxima entrada, terrazas de arroz.

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