Las terrazas de arroz de Yuányáng

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Para ir a las terrazas de arroz de Yuányáng, en el sur de Yúnnán, tomamos un “sleeper bus” o lo que es lo mismo, un autobús nocturno que en vez de asientos, tiene camas. El horario era bastante raro, salía a las 19:00 PM y llegaba a Xīnjiē a las 3:00 AM más o menos, una hora intempestiva para llegar a una nueva ciudad. Sin embargo, nos esperaba una sorpresa positiva, ya que al contrario que en Myanmar y otros países en los que al llegar te hacen bajar del autobús sea la hora que sea, al llegar a la estación de autobuses de Xīnjiē, el conductor se baja, deja la puerta abierta y los pasajeros se quedan durmiendo tranquilamente a su aire hasta la hora que creen conveniente. En nuestro caso concreto, nos despertó sobre las siete un “guía de miniván” informado de que en el autobús había unos turistas que posiblemente querrían visitar las terrazas de arroz. 

El trayecto había sido bastante plácido y Amaya, que subió al autobús febril y con un fuerte dolor de cabeza debido al resfriado  que había pillado en el Monte Xī, durmió todo el rato, casi como si hubiera caído en coma pese a que tiene el sueño bastante ligero. Yo también, pero eso no tiene mérito ya que duermo en cualquier sitio. El único momento en el que no dormimos fue cuando una patrulla de policía de carretera detuvo el autobús y subió para ver los pasaportes de los tres extranjeros que viajábamos en el vehículo, nosotros dos y Helena, una chica francesa. Después de esto seguimos roncando hasta el punto de que no nos dimos cuenta que habíamos estado unas tres horas detenidos en la estación de Xīnjiē a pierna suelta.

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Primera impresión de las terrazas de arroz

El tour por las terrazas de arroz lo empezamos sobre las siete y poco después de captar a Helena para la causa. Así, al final fuimos 3 personas lo que dejó la excursión en 100 yuanes por cabeza de transporte (12,75€), además de la preceptiva entrada que da acceso al museo de las Terrazas de arroz y a los tres miradores principales. Otros 100 yuanes por barba.

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Enfrente del museo/taquilla

Realmente entre las dos cosas se nos fueron 200 yuanes por persona (en total 400 yuanes que son algo más de 50 euros), algo muy por encima de la idea que teníamos de China, pero aunque caro, creo que valió la pena. Y eso que al principio la niebla amenazaba con arruinar la visita. De hecho, en el primer mirador, en Bàdá, apenas pudimos ver nada.

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La niebla en el punto escénico de Bada

Durante el trayecto, el conductor fue parando, además de en los miradores oficiales, en algunas curvas seleccionadas desde las que también se podían contemplar buenas vistas. Después de Bada fuimos hasta Duōyīshù, el punto más famoso y el más lejano desde Xīnjiē. Sin embargo, y a pesar de su fama, no fue el que más nos gustó. Aun así, las vistas son espectaculares.

Vistas de Duōyīshù

Otras vistas por el camino

Finalmente, y en el camino de regreso para cerrar el círculo, llegamos a Lǎohǔzuǐ. En este punto creo que están las mejores vistas, ya que se pueden ver las terrazas más cercanas prácticamente a vista de pájaro, el mirador está sobre ellas como quien dice, y se puede también disfrutar de las laderas convertidas en auténticas escaleras que se recortan contra el cielo. El mirador además tiene diferentes niveles, con la llegada en el superior, grande y plano y los siguientes conectados por escaleras de madera. Desde los inferiores se pueden hacer buenas fotos en las que salgan las terrazas y las personas.

Punto escénico de Lǎohǔzuǐ

Además de las terrazas, a lo largo del día fuimos viendo a la gente de la etnia Hani y tratamos de hacer algunas fotos. No obstante esto es difícil ya que no se dejan fotografiar a menos que les pagues o que les compres alguna cosa. Esto es algo que por mi experiencia como tuno, me saca de mis casillas, ya que, consciente del atractivo que el uniforme tiene para los turistas, nunca he puesto pegas a que me hicieran fotos. Por eso, no comparto la hipocresía de esta gente que se pone sus trajes tradicionales como reclamo para vender, llevando incluso a los hijos como muñecos, pero que se indignan si les quieres fotografiar. Se puede argumentar alegando temas de privacidad, pero en fin, es solo mi opinión.

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Después de Laohuzui volvimos a Xīnjiē y como teníamos tiempo hasta la hora del autobús, fuimos a comer y dimos un paseo por el pueblo que os contaré en la siguiente entrada.

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