De Cáicūn a Dàlǐ volvimos en el autobús número 2, pero esta vez nos tocó un vehículo viejuno. O al menos debía tener la suspensión completamente arruinada, ya que dimos unos botes increíbles. Parecía que fuéramos en una neumática fueraborda tipo Zodiac y tomáramos las olas perpendicularmente. Yo que iba sentado en el suelo, no había más sitio, acabé con las posaderas bien doloridas. El pasaje estaba fundamentalmente formado por turistas chinos y les oí discutir sobre donde bajar para visitar la ciudad vieja. Así, me erigí como el guía improvisado cuando anuncie a voz en grito que habíamos llegado a la Puerta del Norte: 北门到了! (Běimén dào le!).
Una vez hubimos bajado del bus, fuimos zigzagueando para ver el máximo de calles que aún no habíamos recorrido. Así, después de un tramo por Fùxīng Lù hacia el sur, torcimos por Píng Děng Lù a la izquierda y por una callejuela sin nombre a la derecha. Salimos a Yín Cāng Lu y tuvimos que retroceder para llegar a la puerta del jardín Yù’ěr. Cruzamos el parque, que es una instalación sencilla y lo abandonamos por la puerta de Yù’ěr Lù. De nuevo hacia la izquierda hasta encontrar Guǎng Wǔ Lù, bajar hasta Hù Guó Lù y recorrerla entera hasta Bó’ài Lù.
Hù Guó Lù se conoce también como “la calle de los extranjeros” porque allí había establecimientos regentados por franceses hace mucho, pero ahora es una calle normal y corriente de Dàlǐ, incluso una de las menos destacadas. Por Bó’ài Lù fuimos hasta Hóng Lóng Jǐng y después de torcer a la izquierda, bajamos hasta Fùxīng Lù.
Jardines Yù’ěr
En el cruce, justo enfrente del castillo, nos encontramos al protagonista de “Viaje al Oeste”, el mismísimo rey de los monos Sūn Wùkōng. Le “robamos” un par de fotos solo, ya que tiene licencia oficial del Ministerio de Turismo y si quieres tomártela con él te cobra 10 yuanes (1,25€).
A continuación teníamos la intención de ver el museo de Dàlǐ, una de las pocas atracciones gratuitas de la zona, y aunque pasamos por delante no lo reconocimos, ya que en la puerta no pone “Dàlǐ Museum” o algo así, sino “The Marshal Mansion” (La casa del General), que es el edificio en el que está ahora el museo. De ese modo, acabamos saliendo por la Puerta Sur de la ciudad.
A la entrada de la ciudad nos encontramos al resto de la troupe de “Viaje al Oeste”, eso es, al ogro-cerdo Zhū Bājiè, al demonio de arena Shā Wùjìng y a Xuánzàng, o Tripitaka en español, el virtuoso monje budista.
Paseamos un poco al pie de la muralla, volvimos a entrar a la ciudad vieja por una puerta lateral adyacente a la principal y subimos a la muralla que se puede recorrer durante un tramo a pie. Bajamos y seguimos buscando el museo, solo para reconocerlo demasiado tarde. Amaya vio como la chica de la puerta ponía la cinta azul de cerrado en nuestros morros. Aviso para turistas: el museo es la casa grande que está enfrente de la estatua dorada de un soldado dedicada a los héroes del pueblo, bajando desde el castillo por Fùxīng Lù a mano derecha.
Llegados a este momento quedaba poco que hacer. Regresamos al hotel y nos duchamos, descansamos un poco y salimos a cenar pronto.
La primera opción para cenar era el restaurante étnico Cang Er Chun, de cocina bao, pero al llegar los precios no se parecían a nada a los que ponía en la guía. Según la Lonely Planet de 2010 tenía que haber platos a partir de 6 yuanes (0,75€), pero ninguno bajaba de 40 (5,15€). Así que volvimos a Café de Jack, donde nos metimos una cuchipanda de cuatro platos, postre y bebida, por solo 106 yuanes (13,50€) en total para los dos. El menú: estofado de carne con verduras (parecido a una sopa con el caldo muy espeso), ensalada de tomate con queso de cabra a la plancha, pollo con anacardos y pan “marrón” con mantequilla de ajo; para beber, cerveza Dali V6 y té de crisantemo; de postre, tarta de queso. Fue una velada muy tranquila y agradable haciendo de abuelo cebolleta y recordando muchos viajes anteriores.
Estas fueron las últimas horas en Dàlǐ. Al día siguiente nos fuimos a Shāxī, y os lo contaré en la próxima entrada.
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