Vang Vieng (casi) completo

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Con la llegada a horas intempestivas del día anterior, nos levantamos un poco más tarde de lo habitual y, por ejemplo, no desayunamos hasta casi las 9:30 de la mañana. Sobre las 10:00 terminamos el desayuno: unas baguettes con mantequilla y mermelada y un café con leche (15.000 kips, 1,67€). El plan del día era visitar las afueras de Vang Vieng y ver los paisajes kársticos.

Al salir del hostal en el que estábamos alojados, nos acercamos a la casa de huéspedes que habíamos elegido de la guía sólo para ver qué tal, y menos mal que la encontramos cerrada la noche antes porque el dueño francés nos cayó fatal.

Para hacer la pequeña excursión por los alrededores de Vang Vieng buscamos un tuk-tuk, y encontrarlo no fue complicado. Con la negociación logramos pasar de los iniciales 250.000 kips (27,89€) a 150.000 (16,73€). Le pedimos que nos llevara a Ban Na Som y a Tham Phu Kham (la laguna azul). El precio incluía la espera durante todo el tiempo que quisiéramos estar allí.

Allí donde fueres, haz lo que vieres

Allí donde fueres, haz lo que vieres

De camino, disfrutamos del paisaje todo lo que nos dejó el sendero cabril y los miles de botes que dábamos, y no fue tanto como nos hubiera gustado. Una pena, porque las montañas, los campos de arroz y los bosques son espectaculares. No obstante, las fotos, hechas en movimiento desde el tuk-tuk, no hacen justicia al paisaje.

La primera parada fue el poblado Ban Na Som, un asentamiento de la minoría Hmong recolocado, pero francamente, yo no pude ver ninguna diferencia entre ellos y la gente laosiana “normal”. De todos modos, paseamos un rato por el poblado viendo la vida sencilla de la gente y sobre todo, los niños paseando, yendo a pescar, etc.

A continuación fuimos a la cueva de Tham Phu Kham y su lago azul, que a pesar de lo que daba a entender la guía, no está EN la cueva sino FUERA de la cueva. Eso fue un poco decepcionante, además de que perdí las gafas en la exploración espeleológica amateur que realizamos. Por cierto, la guía hace mucho énfasis en la necesidad de llevar linterna pero creo que lo más importante es llevar calzado adecuado. De hecho, la cosa es muy resbaladiza pero no especialmente oscura si no te adentras demasiado. Por lo tanto, no necesitas linterna si sólo te acercas al buda yacente de la entrada y además allí mismo puedes alquilar luces de frente por 10.000 kips (1,11€). De todos modos, en general no es que sea ninguna gran atracción.

Al bajar de la cueva, tocaba zambullirse en la Laguna azul, lo mejor de la cueva aunque estuviera bastante lleno de domingueros y turistas. La Laguna, aunque no es tan espectacular ni de lejos como Kuang Si, es algo más lúdica. Te puedes tirar con una cuerda a lo Tarzán o desde dos alturas distintas si te subes a un árbol que hay. Además, al contrario que en Kuang Si, llegar al punto de salto desde la rama del árbol es muy fácil, ya que hay escaleras y barandillas. Precarias, eso sí. Después de varios chapuzones, probamos todas las opciones de salto olímpico, volvimos a Vang Vieng.

Durante el regreso vimos estampas absolutamente bucólicas, por ejemplo, en un momento en el que se puso a llover y en un solo encuadre había: una anciana cargando unas palancas con cestos, dos bueyes medio tumbados, un par de niños desnudos lavándose con la lluvia y otros dos jugando con unas ruedas.

Cuando llegamos a Vang Vieng ya era tarde para ir a la cueva “búnker” así que tomamos un refrigerio y fuimos a dar un paseo por la ciudad. Amaya tomo un batido de limón y menta y un bocata de bacon y tortilla, mientras yo devoraba un sandwich de bacon y queso y un batido de coco. Todo junto, 40.000 kips (4,45€).

El villorrio que es Vang Vieng, no tiene nada. Incluso los tres templos que hay compiten por ser cada uno más feo que los otros dos. Aún así, fue un paseo agradable entre gente (no mucha), turistas (algunos) y gallinas (bastantes) que corren por doquier. También cruzamos un brazo del río Nam Song, y llegamos al Smile Bar, antaño un bullicioso local, y punto final del “tubing”, que es uno de los pocos recuerdos del Vang Vieng anterior a 2012.

En este punto son necesarias dos aclaraciones. El tubing consiste en descender por el río usando a modo de flotador un neumático de rueda de tractor. Un tu-tuk te lleva a unos 4 km del pueblo, y te sueltan corriente abajo. La segunda aclaración, es que hasta 2012 Vang Vieng fue un lugar de fiesta de borrachera y drogas, que acabó siendo prohibida.

Dicho esto, puedo seguir. La zona de la islita Don Khang en el río Nam Song, mostraba una decadencia evidente por el descenso de turistas de borrachera que contrastaba con algunos edificios hoteleros en construcción, como el Vang Vieng Palace, ubicado donde antes estaba el mercado de la ciudad, y que apunta a un redireccionamiento al turismo familiar.

Para terminar y después de una ducha en el hotel Vang Vieng Inn salimos a cenar. Ese día comimos fideos amarillos con cerdo y “laap” de pescado, un plato típico de Laos de carne o pescado picado y cocinado con menta y cilantro. Curiosamente picaba.

Fideos y "laap"

Fideos y “laap”

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