Ávila en un día

Muralla (Foto de Angel, el Alfa III)

El 28 de diciembre tuve la ocasión de visitar Ávila, y a pesar de que me encontraba mal y estaba cansado debido a una gastroenteritis vírica, disfruté de la visita ya que Ávila es una ciudad llena de encanto. Disfruté de sus murallas, por supuesto, aunque no subí a ellas, pero también de la visita a su Catedral, del callejeo por el casco antiguo, del ambiente relajadamente navideño y familiar y de un día soleado de invierno, de esos de increíble cielo azul.

Como ya he dicho, no me encontraba muy bien, así que limitamos la visita al casco antiguo, donde todo sea dicho de paso, están la mayoría de los atractivos de la ciudad. Una cosa que sí nos supo mal, fue que olvidamos la cámara, así que las fotos de la entrada las he sacado de Internet, y como veréis están acreditadas en la medida que ha sido posible.

Llegamos a Ávila a media mañana y dejamos el coche en la zona azul del Paseo de la Ronda Vieja, donde por un euro, pudimos gozar de aparcamiento durante todo el día. De allí, siguiendo al pie de las murallas, llegamos a la Basílica de San Vicente, un templo construido entre los siglos XI y XIV y que conserva la románica puerta del oeste en perfecto estado. A continuación, y después de pasar por el punto de información turística, nos dirigimos a la Catedral.

Altar mayor de la Catedral de Ávila (autor desconocido)

De estilo románico tardío y ojival, la Catedral de Ávila fue empezada en el siglo XII y rematada en el siglo XVI con las trazas de la primera catedral gótica de España. En ella se puede apreciar la típica mezcla medieval de cruz y espada, hasta el punto de que una de las paredes exteriores del templo está integrada en la muralla. Personalmente, lo que más me gustó de la Catedral fueron el Coro y la Capilla Mayor. Del coro me llamó especialmente la atención el relieve de su parte posterior donde en medio de toda su blancura, destaca un personaje negro, mi querido Rey Baltasar.

Retablo del trascoro (Postal)

Después de la Catedral, cuya entrada cuesta 4 euros, transitamos por la calle Alemania hasta Don Gerónimo, para salir por la Puerta del Alcázar a la Plaza de Santa Teresa, en la que en invierno instalan una pista de hielo. Fue muy curioso cruzar la Puerta del Alcazar en Ávila por primera vez, después de haber visto tantas veces la reproducción de la misma en el Poble Espanyol de Barcelona.

Seguimos nuestro callejear por la calle San Miguel, la Plaza de Italia y la calle Leales hasta volver a entrar al recinto amurallado. Todo este pequeño paseo está trufado de esquinas con encanto y de edificios singulares, como el Convento de Santa Catalina, el Palacio de los Serrano, la Iglesia de Santo Tomé el Viejo, románica del s.XII, o la Mansión de los Deanes, que ahora es el museo provincial y que estaba cerrado ese día.

A continuación fuimos andando despreocupadamente por la calle de los Reyes Católicos, que estaba llena de tiendas y familias, y en la que compré unas deliciosas yemas en “Las delicias del Convento” (Reyes Católicos 12). La calle termina en la Plaza del Mercado Chico, donde está el Ayuntamiento, edificio sin más interés, y donde, escondido, había un belén de dimensiones más que respetables e incluso con algunos autómatas.

Plaza del Mercado Chico (Foto de Jucarre)

De allí, por la calle Sancho Dávila, llegamos a la Plaza del Corral de las Campanas, en la que nos sorprendió la belleza del edificio de Hacienda, no reseñado en las guías y que se encuentra delante de la Mansión de los Superunda, un palacio renacentista del s.XVI y al lado del Torreón de los Guzmanes, también del s.XVI.

Para continuar nuestro paseo, rodeamos la Mansión de los Polentinos, antigua morada de militares, y por Ramón y Cajal llegamos a la Plaza Concepción Arenal por donde salímos un rato al Teso del Carmen, para estar de nuevo fuera de las murallas, donde a su sombra el día era frío. Regresamos al interior, mucho más cálido, y nos dirigimos de nuevo a la Plaza del Mercado Chico, zona en la que habíamos visto numerosos bares y restaurantes en los que comer chuletón, pero esta vez lo hicimos por Marqués de Canales y Chozas y Marqués de Benavites, llegando así al Ayuntamiento por detrás.

Palacio de los Benavites (o Benavides) en la Calle Marqués de Canales y Chozas (Foto de Turespaña)

No comentaré nada de la comida porque desgraciadamente esta vez no elegimos el lugar correcto.

Como última reflexión solo quiero añadir que Ávila me gustó mucho y que en cierto modo su atmósfera me recordó a Venecia. No es que se parezcan en nada, pero para mí, las dos tienen el aspecto general de ser grandísimos decorados, bellos y encantadores, pero en los que no puedo imaginarme a nadie viviendo aunque no sea así.

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