El pesado de Salé

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La segunda parte del día fue una visita a Salé. Para ir, nos bastó con tomar el tranvía de la línea 2 enfrente de la avenida Mohammed V (6 MAD, 0,56€) y bajarnos en Bab Lamrissa. De camino fuimos charlando con unos niños y vimos la Tour Hassan, una réplica inacabada de la Giralda de Sevilla, y monumento más importante de Rabat, pues enfrente está el mausoleo donde enterraron a Mohamed V y a Hassan I. Durante el trayecto pasó el revisor.

Tranvía y Tour Hassan al fondo

Tranvía y Tour Hassan al fondo

Al bajar en Bab Lamrissa, el niño que nos “acompañaba” bajó también y después de advertirnos de que en Salé había muchos delincuentes, se ofreció a guiarnos. Cuando le dijimos que no, subió al siguiente tranvía para seguir su viaje. Tratar de conseguirnos como clientes le costó 12 MAD (1,12€).

Bab Lamrissa

Bab Lamrissa

Desde la plaza de Bab Lamrissa, fuimos subiendo dejando la muralla a la derecha hasta Bab Sidi Bu Haja. La plaza de entrada fue decepcionante para mí, ya que esperaba algo más al estilo de Fez, y en cambio me encontré una plaza de pueblo sin más. La muralla, al menos, era bonita, pero en Bab Sidi Bu Haja no había ni puerta.

Bab Dar Asinaa

Bab Dar Asinaa

Empezamos a callejear hacia la Gran Mezquita y un pelma empezó a guiarnos sin nuestro consentimiento. Cada vez que nos decía algo nos hacíamos los suecos e intentamos darle esquinazo varias veces, pero no hubo manera y ante nuestra actitud, al final se enfadó y montó un numerito. El tipo nos llamó racistas porque, según él, desconfíabamos de todo lo que nos decía y nos mostraba porque era marroquí, y yo le respondí que no era eso, sino que él pretendía dinero y nosotros no queríamos pagarle nada. El tío se hizo el ofendido y hasta tiró sus gafas de sol al suelo, después de empujarnos y decirnos que sin guía no podíamos seguir visitando la medina de Salé (ni que fuera suya) y que éramos unos racistas miserables. Luego empezó a decir que no era por el dinero, que él tenía dinero, y nos enseñó algunos billetes que llevaba en el bolsillo. Sólo se marchó al final, cuando Amaya casi se puso a llorar de la angustia que le entró. Eso sí, antes de irse nos recalcó que él era un ser humano y no un animal, y que tenía dignidad.

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Escuela

Seguimos entonces nuestro camino hacia la mezquita por nuestra cuenta y el tío, al rato nos adelantó llegando por otra calle pero haciendo gestos de que pasaba de nosotros. No obstante, cuando llegamos a la madraza, ahí estaba de nuevo y cuando vio que no entrábamos a verla porque costaba dinero, saco 20 dirhams (1,85€) para pagarnos la entrada el mismo. Evidentemente no aceptamos, y nos fuimos. Por fin nos habíamos librado de él de verdad.

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Puerta de la Mezquita

Rodeamos media mezquita y por la parte trasera llegamos hasta la avenida Hassan I y allí nos sorprendió el cementerio musulmán. El cementerio tiene una extensión nada despreciable y la densidad de tumbas de varios colores es altísima. Aún así, algunas tumbas están extramuros y cerca de la playa, lo que hace pensar que aprovechan cualquier espacio. Las lápidas son de colores diferentes, aunque el blanco es el más normal. Por otro lado, el cementerio en general, incluidas las tumbas mismas, está cubierto de malas hierbas. Más tarde, al otro lado del río, vimos el cementerio de Rabat, que es igual. Todas las lápidas estaban orientadas hacia la misma dirección ¿quizás la Meca? Tengo que investigarlo.

Cementerio de Salé con Rabat al fondo

Cementerio de Salé con Rabat al fondo

Para ir volviendo, regresamos a la Gran Mezquita y terminamos de rodearla por el otro lado, sufriendo a dos nuevos palizas que querían guiarnos a toda costa. Al menos, el primer pelma ya no estaba. Bajamos por la calle principal y no tuvimos problemas para encontrar el zoco Suk el Merzuck, que resultó no ser nada del otro mundo. Para el Suk el Ghezel tuvimos que preguntar pero también lo encontramos. En este zoco se subasta la lana blanca basta, pero suponemos que es por las mañanas, porque no lo vimos. Allí tomamos un té a la menta, quizás el más barato de todo el viaje, ya que nos costó sólo 4 dirhams (0,37€).

Muralla

Muralla

Al salir del café en la plaza de Suk el Ghezel se había formado un corrillo de señoras alrededor de tres vendedores que tenía el genero en el centro e iban dando vueltas para mostrarlo. Así, cada vendedor cogía alguna pieza de la mercancía y empezaba a andar en círculo enseñándolo a las clientela. Si nadie se interesaba por ese artículo, al terminar la vuelta lo dejaba en el centro y tomaba otro. En cambio, si una señora se interesaba por algo, lo pedía para inspeccionarlo y en la siguiente vuelta del vendedor, lo devolvía o lo regateaba según se lo quisiera quedar o no. Hubiese sido muy interesante poder hacer un video, pero no nos dejaron tomar fotos. Una señora incluso nos pidió que le enseñáramos las fotos del viaje para asegurarse de que no habíamos hecho ninguna de la subasta.

Diagrama de la subasta (del diario de viaje)

Diagrama de la subasta (del diario de viaje)

Al terminar la visita a los zocos de la medina de Salé, nos acercamos a la parada del tranvía, donde esperábamos coger un grand taxi (los petit taxi no pueden ir de una ciudad a otra aunque estén tan cerca como cruzar una calle) hasta la Kasbah. Subimos a uno compartido, por 5 MAD/pax (0,46€), que nos dejó a los seis pasajeros en Bab Chellah… No era donde queríamos ir, pero en todo caso nos salió más barato que el tranvía de regreso y nos dejó más rápido en el mismo lugar.

Esa noche queríamos ver la puesta de sol y cenar cerca de la playa.

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