De Lìjiāng a Kūnmíng

20 Lijiang 257

Las últimas horas en Lìjiāng, las pasamos descansando un poquito en el hotel, y luego en la estación de tren. Cuando llegamos al hotel Ā Gē Yuán el primer día, no me pareció que la dueña fuera muy simpática, pero el último día me vio con el diario y le llamó mucho la atención lo que estaba haciendo. A partir de entonces empezó a preguntarme muchas cosas, usando un traductor online francamente bueno.

Para ir a la estación, tomamos el autobús 18 justo enfrente del mercado Zhōngyì. Sólo era la segunda parada de su ruta, pero aún así ya estaba bastante lleno y sólo pudo sentarse Amaya. De hecho, entre la gente que subió en esa misma parada y en la siguiente, se puso de bote en bote. A la estacion de tren de Lìjiāng llegamos muy pronto porque el último autobús desde el centro, salía a las 20:30.

20 Lijiang 254

Estación de tren de Lìjiāng

Al llegar a la estación, pasamos el control de pasaportes y seguridad inmediatamente, pero nos dimos cuenta enseguida de que nos habíamos precipitado. Aún no habíamos cenado, y aunque había un restaurante colindante a la estación, sólo se podía acceder desde la calle. Luego, dentro de la estación, aunque habíamos visto el símbolo del tenedor, lo único que había era un pequeño supermercado, y fuentes de agua caliente para rehidratar fideos instantáneos o cosas similares. No es que la señal del tenedor y el cuchillo estuviera totalmente equivocada, sino que por alguna razón, recientemente había cambiado el sistema, puesto que el restaurante todavía tenía la ventana que daba a la sala de espera por la que se podía pedir y comprar comida para llevar, pero que estaba cerrada. Sea como sea, tuvimos que conformarnos con un par de fideos instantáneos. Por cierto, mientras los compraba en ese colmadillo, me volví a encontrar al profesor chino que habíamos conocido en Dàlǐ.

Comiendo fideos instantáneos

Comiendo fideos instantáneos

La subida al tren fue al abordaje, porque queríamos dejar las mochilas bajo la mesita y esperar en los asientos que hay junto a la ventana. Hubo suerte y llegamos antes que los compañeros de compartimento. De todos modos, no fuimos los únicos que asaltamos el tren, era algo generalizado y Amaya tuvo que darle un codazo a uno que intentaba colarse. A otro, y fue sin querer, le dio un mochilazo en la cara.

Esta vez no teníamos las literas bajas, pero volví a dormir como es habitual para mí en estos casos y al llegar a la estación de destino, el revisor me tuvo que despertar.

El suceso del viaje, sin embargo, tuvo lugar en la ciudad de Kūnmíng cuando llegamos, y tratamos de encontrar un hotel en el que pasar la última noche en China. Al salir de la estación no tuvimos ningún problema para tomar el autobús número 2 que transcurre por la calle Běijīng hacia el Norte. Bajamos en el cruce de Dōng Fēng Lù, y allí, en vez de ir andando, hicimos caso a la guía y subimos al autobús número 5 dirección Este, para hacer dos paradas. En la primera parada, yo vi que estábamos en el número 80 de la calle Dōng Fēng, íbamos al 96, y me extrañó mucho que tuviéramos seguir, pero bueno. Sin embargo, mis temores se confirmaron ya que la siguiente parada no estaba hasta girar a la izquierda por la siguiente gran avenida y cuando retrocedimos al cruce de Dōng Fēng con dicha avenida, estábamos enfrente del número 122.

21 Kunming 147 Pel centre 46

Funcionario controlando que las motos respeten los semáforos

Cansados y con las mochilas a la espalda, fuimos hasta el número 96 y ¡era un solar! El antiguo hotel Camelia había sido derruido y se había trasladado. Un señor de una agencia, nos dio indicaciones para ir a un hotel cercano que se llamaba Kūnmíng Spring Star. Había que girar a la derecha por Báitǎ Lù, ir hasta una escuela secundaria, y allí a la derecha por un callejón y otra vez a la derecha para encontrarlo. Según él, había habitaciones desde 108 yuanes. No obstante, después de pasar la escuela, la primera a la derecha estaba un poco lejos y cuando la encontramos no había nada. Empezamos a preguntar, pero entre que los chinos no entienden ni siquiera la palabra “hotel” y que los pocos que nos daban alguna información, era contradictoria, dimos más vueltas que un garbanzo en la boca de un viejo.

Así, llegamos a la calle Rénmín y nos adentramos por Dōng Fēng Jiē. Allí en una tienda fueron muy amables con nosotros. Gracias a los caracteres chinos, conseguí que entendieran que buscábamos un hostal, y después de buscar uno por Internet, llamaron a un taxi para que nos llevara. El problema es que no sabíamos donde podía estar de la ciudad y no supieron decírnoslo, por lo que al final, aunque les agradecimos mucho su ayuda, seguimos nuestro camino.

Cada cual decía la suya

Cada cual decía la suya

Estábamos a punto de tirar la toalla e ir al Cloudland Hostel donde nos alojamos los primeros días en Kūnmíng, pero pensamos en volver a buscar el Spring Star. A la segunda hubo suerte, pues resulta que no estaba en la primera a la derecha después de la escuela secundaria, sino en la callejuela a la derecha antes de llegar a la escuela secundaria. A pesar de todo, al llegar, los precios no eran los que pensábamos.

Casi derrotados, decidimos ir a probar en Míng Tōng, una pensión que según la guía estaba cerca de la calle Běijīng. Según el mapa la pensión estaba a la entrada del callejón, pero no es así, ya que está más bien al final, pero lo encontramos sin demasiada dificultad. Una habitación sin baño, 100 yuanes. Lo curioso, es que estaba a menos de 5 minutos de la parada de autobús donde habíamos bajado del número 2. Así, habíamos estado dos horas con las mochilas a la espalda dando vueltas por la ciudad para casi nada.

21 Kunming 150 Pel centre 49

El hotel lo teníamos que pagar en ese momento, pero no teníamos dinero encima. Así que tuvimos que ir a buscar un cajero, cosa que también fue complicada y hasta el cuarto banco no tuvimos suerte.

Y bueno, hasta aquí esta entrada. En la siguiente hablaré de las últimas horas en Kūnmíng.

___

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *