Las grutas de Pak Ou

24a Pak Ou 033

La segunda mañana en Luang Prabang nos tuvimos que levantar a las siete para trasladarnos de hotel y poder estar a las ocho listos para la excursión. Nos dio tiempo de desayunar una baguette con tocino por 8000 kips (0,9€), pero no para tomar el café. Mientras íbamos a desayunar, nos encontramos a la parejita de abuelos chinos que habíamos conocido el día anterior y que eran súper entrañables. A las ocho llegamos a la agencia donde el día anterior habíamos contratado la excursión, y un chico bastante indolente nos llevó hasta el embarcadero.

Francamente estaba muy cerca del hotel, y vimos que sin contratar excursión, el billete de barco nos hubiera costado 65.000 kips (7,2€). Al cabo del rato de esperar, llegó Ramón, un barcelonés de la zona del Baix Llobregat que habíamos conocido el día antes, con sus cinco compañeros de viaje (todos de Barcelona o los alrededores). Sobre las 8:30 nos llamaron para embarcar, y zarpamos remontando el río Mekong.

24a Pak Ou 002

El trayecto fue largo, unas dos horas en total durante las que pudimos disfrutar del paisaje, más montañoso por el Oeste y más verde por el Este. El río es ancho, de color marrón chocolate y ese día bajaba bastante tranquilo. A la ida, que íbamos a favor de la corriente, navegamos por el centro. A la vuelta, cuando fuimos a contracorriente, lo hicimos alternando las dos riberas, supongo que buscando las corrientes más débiles.

A medio camino, antes de llegar a las cuevas de Pak Ou, hicimos una parada en “Lao Lao Village”, una aldea donde hay cuatro laosianos vendiendo “whisky laosiano” que ellos mismos destilan en alambiques de barril y cuatro calles llenas de tiendas de ropa además de un templo bastante nuevo. Una parada comercial, y poco más. El “whisky” lo probé en dos de sus variedades, y era infame.

Finalmente, llegamos a las cuevas desde las que se puede ver el pueblo de enfrente. A la cueva superior se sube por una escalera inclinada hacia el río y se llega en unos cinco minutos. Una vez arriba, la puerta bajo el alero no está mal, pero la cueva no es muy grande y sólo es un agujero en la roca lleno de imágenes de Buda. Para ir a la cueva inferior, se ha de volver a bajar, ya que desde el embarcadero una queda hacia la derecha y la otra hacia la izquierda.

Para acceder a ella hay un tramo empinado de varios escalones y lo que hay en la cueva es otra colección de budas. Dice la información del cartel situado en la entrada misma, que hay más de 4000 y que en su mayoría son donaciones de peregrinos.

Lo mejor, no obstante, es la historia de la cueva, que los antiguos laosianos asociaban al espíritu del río cuando veneraban a los Phi (espíritus de la naturaleza). Luego, con la llegada del budismo, empezó el uso actual y cuando la realeza laosiana adoptó el budismo oficialmente, se convirtió además, en punto de peregrinación anual. La última, tuvo lugar en 1975.

Con todo, el paseo en barco es mucho más interesante que los destinos en sí mismos.

____

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *