Para tomar el tren dirección Casablanca a las 8:00 tuvimos que madrugar y nos tocó levantarnos a las 6:30. Salimos del hotel sobre las 7:00 y, a pesar de ir andando recorriendo la parte moderna de la avenida Mohammed V, podríamos haber cogido el tren de las 7:30 porque a las 7:25 ya teníamos los billetes. No obstante, como queríamos desayunar antes, tomamos el tren que teníamos previsto.
Para desayunar tomamos el habitual té a la menta, que Amaya acompañó con un trozo de bizcocho del que yo tomé un mordisquito. Creo que en total nos costó 20 dirhams (1,85€). El viaje en tren fue tranquilo aunque estaba muy lleno. De hecho, se parecía más a un Cercanías de Renfe que al tren que nos llevó de Fez a Rabat el día antes. Al llegar a la estación de Casa-Port (en Casablanca hay dos estaciones de tren), encontramos una estación grande y moderna, con instalaciones limpias y espaciosas.
Buscamos el punto de información, pero a pesar de estar señalado en todos los mapas de localización, no existe. Lo más parecido eran las taquillas de billetes y allí preguntamos si había consignas. La idea era dejar el equipaje, visitar la Gran Mezquita de Hassan II y luego ir a Marrakech esa misma tarde-noche, pero no había nada adecuado para ello. Al final, decidimos quedarnos a dormir en Casablanca y encontramos el hotel Foucauld, al que fuimos andando porque no estaba demasiado lejos. Habitación con ducha, 200 dirhams (18,51€).
Después de dejar las maletas fuimos a la plaza de las Naciones Unidas para tomar un petit taxi que compartimos con una señora y su niña hasta prácticamente la entrada de la mezquita. Como el taxista puso el taxímetro nos costó solo 8 dirhams (0,74€).
Al llegar a la mezquita la vista de la plaza vacía a esas horas y el minarete de 210 metros de altura nos impresionó, por su majestuosidad y sobriedad. Nos acercamos con calma a la puerta principal, a la izquierda del minarete, y después de comprar las entradas hicimos tiempo mirando el mar. Unas entradas que son un poco caras, 120 dirhams por persona (11,10€).
A las once en punto en la fila de “lengua española” solo éramos la guía y tres personas, nosotros dos y un brasileño, que venía con nosotros porque no hay tour en portugués. Es verdad que la entrada es un poco cara pero al fin y al cabo es la única mezquita que se puede visitar y la única entrada que íbamos a pagar seguramente en todo el viaje. Por otro lado, creo que vale la pena ya que el interior es espectacular y nos gustó mucho.
Acerca de la visita, puedo decir que las explicaciones de la guía no fueron especialmente densas ni detalladas y creo que cualquiera de los datos que nos dio se puede leer en la wikipedia, por ejemplo. Pero no lo digo como crítica, ya que consiguió que fuera ameno y no se hiciera pesado. Lo que sí es para flipar es que a pesar de la entrada de 120 dirhams, ¡al final del recorrido no te libras de tener que dar una propina!
El plan para la tarde era ver la “réplica” del Rick’s Café de la película Casablanca, pero antes nos comimos un bocadillo de atún por 6 dirhams cada uno (0,56€).
Pero…. hay consigna de equipaje en Casa Port?