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Lo que se conoce como Bagan es en realidad un área arqueológica muy extensa que se encuentra en el centro de Myanmar, al este del río Ayeyarwadi. Junto a este río se encontraba el asentamiento de Bagan que fue trasladado al sur por el gobierno, lo que dio lugar al Nuevo Bagan y al Viejo Bagan. El trío se completa con Nyaung U, más al norte. Toda la zona está repleta de templos construidos entre los siglos IX y XII y para recorrer las llanuras lo mejor es una bicicleta o una pequeña moto eléctrica.
En nuestro caso nos decidimos por la segunda opción, que aunque es bastante más cara en términos relativos, seguía siendo muy barata para el poder adquisitivo de cualquier turista. Las ventajas son numerosas.
En primer lugar no te cansas, así que entre templo y templo, algunos con escaleras, puedes ir cómodamente sentado y descansar. En segundo lugar, te ahorras la pereza de explorar los caminos fuera de la ruta principal, ya que si al final de un sendero no encuentras nada interesante vuelves sobre tus pasos y no pasa nada. Si tuvieras que pedalear quizá te lo pensarías dos veces. En tercer lugar, puedes llevar una mochila más pesada con mucha agua (imprescindible), trípode y objetivos (si te gusta la fotografía), guía de viaje, algo para picar (no hay muchos lugares para comer por allí), etc.
Hay otras opciones para recorrer los caminos, siendo la más pintoresca el coche de caballos. En ese caso, el cochero te llevará a los puntos de interés principales, pero lo que ganas en comodidad lo pierdes en libertad.
Del Nuevo al Viejo Bagan
Empezamos el día con el desayuno en el Bagan Central Hotel y nuestro traslado al Bagan Beauty, un hotel modestísimo pero con unos dueños (una pareja de hermanos) muy serviciales y agradables que se desvivieron por nosotros los dos días que estuvimos allí. Si alguien va a Bagan se lo recomendamos. Aquí os dejo la dirección y el teléfono:
Bagan Beauty Hotel
Main Road, s/n.
Tel. 06165062
Tel. 09402773788 (uno de los dos números es un móvil, pero no se cuál).
Como el hotel estaba en New Bagan tomamos la carretera Bagan-Chauk hacia Old Bagan, para empezar nuestra ruta y nada más empezar ya nos extasiamos por el panorama, ya que hay templos de todos los tamaños por todas partes.
Pinturas de arena en Naga Yon
De todos modos, el primer punto realmente interesante fue el templo de Naga Yon (1192 d.C.). Allí llegamos muy pronto, con los puestos de recuerdos aún a medio poner y pudimos ver a los lugareños en su salsa. El principal atractivo del templo es el dosel en forma de serpiente que le da nombre y que enmarca a su Buda, pero éste se aprecia poco y la serpiente, además, no está completa.
A continuación nos dirijimos a Manuha Paya (1059 d.C.), que destaca por sus figuras de Buda encajonados en habitaciones poco más grandes que el Buda al que alojan. El mayor de los Buda es uno yacente a punto de entrar en el Parinibbana. Y junto a ella, visitamos la Nan Paya, en la que destacan los bajorrelieves de Brahma.
Campana en Manuha Paya
Bajorrelieve en Nan Paya
El viejo Bagan
Después de la Nan Paya, en la que vimos las primeras pinturas de arena realmente bonitas, e incluso un artesano pintando una de ellas, nos encaminamos al Viejo Bagan para visitar la Bu Paya (850 d.C.), un templo supuso un cambio porque ya no se trataba de un edificio más o menos decrépito de ladrillo rojo, sino de un templo en buen estado con una stupa dorada con forma de calabaza (de hecho, “Bu” significa calabaza) y sus columnas acrisoladas a base de mosaicos de cristal.
Entrada a Bu Paya y la “calabaza” que le da nombre
El día estaba precioso pero también hacía mucho calor. Nos alegramos de tener nuestros vehículos eléctricos para llegar a Shwe Chan Thar, un templito fuera de nuestras previsiones pero con un pórtico trabajadísimo.
El templo más famoso del Viejo Bagan es That Byin Nyu Pahto (1144 d.C.), pero aunque por fuera es impresionante, no en vano es el templo más alto de todo Bagan, el interior nos pareció que no valía mucho la pena, con lo que nosotros disfrutamos más del que se encuentra justo al lado, Shwegu Gyi (1131 d.C.), al que se puede subir y desde el que tomamos las mejores panorámicas del día, incluidas las vistas de That Byin Nyu.
Vistas desde Shwegu Gyi (pincha en cada una para verla completa)
Del viejo Bagan a Nyaung U
Para salir del viejo Bagan lo mejor es cruzar la Puerta de Tharabar (s. IX), casi el único vestigio que queda de las murallas de la ciudad. La puerta además está flanqueada por dos de los treinta y siete Nats (los espíritus locales), el Señor Hermoso y la Señora del Rostro Dorado.
Puerta de Tharabar
Al salir por Tharabar tomamos la carretera Bagan-Nyaung U que nos llevó a Ananda Pahto (1090 d.C.), uno de los templos más turísticos de todos, uno de los imprescindibles. El templo se ve por fuera pero también se visita el interior, donde hay dos pasillos concéntricos que dan la vuelta. En cada uno de los puntos cardinales hay un Buda pedestre (ligeramente distintos entre sí) y para ir del uno al otro os recomiendo tomar el pasillo exterior, ya que está lleno de arcos con relieves y nichos con pequeños budas sedentes, mientras que el pasillo interior es liso y aburrido.
El templo Ananda tiene también un patio que se visita y en el que me clavé algo en el pie. Hay que decir que antes de entrar a todos los recintos sagrados de Myanmar, hay que quitarse el calzado incluidos los calcetines. Así que cuidado donde pisáis y mejor que, llevéis lo que llevéis, vuestro calzado sea fácil de poner y quitar. Además, el concepto recinto es vago y a veces una gran área con caminos entre estructuras se considera un solo lugar con lo que hay que andar sobre graba, piedras, roca ardiente, etc.
Después de quitarme el cuerpo extraño que me había clavado y recorrer el templo dos cosas que me llamaron la atención. Una, las pinturas al fresco que parecían representar imágenes de los diferentes infiernos y dos, los cynthe (especie de leones guardianes) de las esquinas, que están diseñados de tal modo que están completos tanto si los miras por la derecha como por la izquierda, pero que de frente tienen dos culos.
(Pincha en cada foto para verla completa)
Cerca de Ananda Pahto hay varios restaurantes y como era la hora de comer allí fuimos. Sin embargo la oferta era escasa y cara por lo que decidimos cambiar de estrategia. Afortunadamente, en las inmediaciones del templo encontramos un restaurante temporal de comida para birmanos abierto solo al mediodía. Allí comimos un menú con curry y compartimos mesa con unos turistas japoneses. Nos costó 4.000 kyats en total.
Vistas desde la carretera Bagan-Nyaung U
Después de comer seguimos nuestra ruta hacia Htilominlo (1218 d.C.) y Upali Thein (s. XIII), que estaban un poco más lejos de lo que pensábamos lo que hizo que en más de una ocasión creyéramos que estábamos allí pero no. Como no hay mal que por bien no venga, en uno de nuestros errores encontramos un templo sin nombre con unos llamativos budas policromados.
Finalmente, encontramos primero Htilominlo, un templo de grandes dimensiones. Este templo solo se visita por fuera, y una vendedora nos llevó descalzos a una pequeña estructura cercana por un camino bastante impracticable, a la que se podía subir para ver mejor el templo. Hay que añadir que el tejado de dicha estructura parecía una plancha de teppanyaki, imposible de pisar para turistas de pies delicados, con lo que en las esquinas de mejor visibilidad había unos cartones en el suelo, que en algo ayudaban a no abrasarse.
Desde esa atalaya improvisada la vendedora convertida en guía nos señaló dónde estaba Upali Thein y a cambio de sus servicios le brindamos una visita a sus tienda de recuerdos, en la que compramos una camiseta y una cajita.
En Upali Thein lo que había que ver eran los frescos del interior (s. XVII) pero estaba cerrado y no encontramos al amo de llaves. En las llanuras de Bagan ciertos templos están cerrados pero cuando llega algún turista el encargado de las llaves lo abre para él, a cambio de alguna propinilla. Sin embargo en este caso, no lo encontramos y nos quedamos sin poder entrar. Nos tuvimos que conformar con ver las pinturas desde la reja.
Nyaung U
En Nyaung U lo único que íbamos a visitar era la Shwe Zi Gone Paya (s. XI), un templo más al estilo de la Bu Paya pero mucho más grande que nos encantó. A pesar de eso, allí también tuvimos un pequeño percance ya que un guía oficial le recriminó a Amaya la longitud demasiado corta de sus pantalones. Fue la única vez que eso pasó en todo el viaje, pero es cierto que en todos los lugares que visitamos había carteles acerca de las normas de vestir, que aparte del calzado, en los lugares sagrados censuran los tirantes de “espagueti” y los pantalones o faldas por encima de las rodillas.
Volviendo a Shwe Zi Gone Paya, según la guía no se trata de uno de los templos artísticamente más importantes de Bagan (espiritualmente sí por su gran vinculación con los nats o espíritus locales) y ciertamente puede ser que no tenga un gran valor arqueológico, pero a nosotros nos gustó mucho. A mí me llamaron la atención las tallas en madera de los 37 nats, mientras que Amaya encontró fascinantes los tejados granates y dorados.
Visto ahora en perspectiva, sin embargo, es cierto que Shwe Zi Gone Paya no es uno de los mejores templos de su estilo que hemos visto, pero al encontrarnos en Bagan, nos sorprendió porque era completamente distinto al resto.
El regreso a New Bagan
Para volver a New Bagan pretendíamos tomar la carretera Anawratha y hasta llegar a ella nos lo hicimos venir bien para visitar los frescos de Gubyaukgyi (1113 d.C.).
Llegando a ese templo tuvimos una de esas anécdotas que no sabes a qué vienen. En la última esquina nos paró un policía local solo para enseñarnos su insignia y decirnos con evidente orgullo “soy policía”. Era ya un poco mayor y no parecía que tuviera muchas luces, con lo que me recordó a Catarella, el policía torpe que siempre saca de quicio al comisario Montalbano.
En Gubyaukgyi sí encontramos a la ama de llaves y por sus servicios, le compramos una pintura de arena.
De allí, y en nuestro camino de vuelta cruzando la llanura sur, pasamos por Alotawpyi y encontramos un complejo “de monasterior” llamado Shwe Nan Yin Taw. Recorriendo este complejo espectacular fue donde pinché la rueda trasera de mi eBike por cinco sitios… por otro lado, y mientras íbamos hacia al templo de Ananda, enfrente del que había visto un señor que reparaba pinchazos, nos cruzamos con una auténtica cabalgata de coches de caballos que se dirigían a Shwe San Daw para ver el atardecer.
Para terminar el día y después de la reparación y retorno de las motillos eléctricas (me devolvieron parte del dinero que me costó reparar los pinchazos), regresamos al hotel, nos duchamos y fuimos a cenar a un restaurante cercano, no muy bueno. 4.000 kyats por un arroz con pollo y otro con pescado.
“Taller”
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Bueno, hasta aquí la que creo que será la entrada más larga sobre el viaje a Myanmar. ¡Os espero en las próximas!
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