Playa y luces en Hong Kong

El último día entero en Hong Kong queríamos relajarnos e ir a la playa. La primera opción era ir a la isla de Cheung Chau (長洲) o a la isla de Lamma (南丫島), ambas entre Lantau y Hong Kong, pero como queríamos estar de vuelta en Kowloon antes de las 20:00 para ver la “Symphony of Lights”, descartamos el tener que subir al barco y decidimos ir a Shek-o (石澳) en el extremo Este de la isla de Hong Kong.

18 de agosto

22:00 A punto de cenar en Kowloon

Hoy no he escrito antes porque no he podido. Esta mañana hemos ido a la playa de Shek-o con la idea de disfrutar del mar y la montaña pero al final no hemos encontrado los caminos para pasear sobre los acantilados.

Playa de Shek-o

Según la guía que habíamos consultado, alrededor del pueblo de Shek-o, hay caminos para dar paseos que te llevan sobre los acantilados de esta zona de la isla de Hong Kong y por los bosques, pero fuimos incapaces de encontrarlos. En el pueblo no había ningún tipo de puesto de información ni mapas ni señales que los indicaran y no sabemos si fuimos torpes o engañados.

La playa de Shek-o me ha recordado a la playa de La  Mora, en Tarragona, donde iba de pequeño, ya que la media luna dorada está flanqueada por montes a ambos lados y la arena es muy fina. La playa goza de buenas instalaciones (vestuarios y duchas) y estaba bastante limpia a pesar del cartel que avisaba del vertido de petróleo que impedía el baño. 

Además de este cartel, al lado de los vestuarios, había información sobre el índice de radiación solar, la calidad del agua, el oleaje, etc.

La playa de Shek-o desde el mar

Para ir a Sehk-o desde el centro de Hong Kong se coge el metro hasta Shau Kei Wan (筲箕灣) y luego el autobús número 9.

Una de las curiosidades de nuestra estancia en la playa de Shek-o es que después de todo el calorazo para comer nos hemos zampado unos fideos ardientes, de cerdo (义燒) y de falda de ternera (牛腩). El precio era de risa.

20 de agosto

Estoy en Tōkyō, en el trabajo. Esta es la última entrada del diario porque el viaje ya ha terminado 🙁 Quería terminar el diario en el avión pero me dormí.

Cuando volvimos de la playa de Shek-o, dimos una vuelta por Shau Kei Wan y encontramos un lugar de bebidas “teteras” (de estilo té). Parecía una especie de horchatería, y según nos explicó un simpático lugareño, la mayoría de productos que se consumía eran “reconstituyentes” naturales que los ancianos del lugar toman cuando hace mucho calor. Probamos el “té de cinco flores” (五花茶) pero tenía un sabor muy intenso, más que un café cargado, y no lo pudimos terminar. También bebimos “Enebro de la China veraniego” (夏栝草) que era más suave. Finalmente tomamos lo mismo que nuestro “amigo” chino, una horchata de sésamo y almendra (火麻仁) que fue lo mejor.

Local de tes

Rascacielos con andamios de bambú 

Después de Shau Kei Wan y de pasar por el hotel a dejar las toallas y los bañadores, nos dirigimos a ver “La sinfonía de luces”, pasando de camino por el hortera “1881 Heritage”. Allí fue curioso ver a unos monjes budistas haciéndose fotos en una de las mecas del consumismo en Hong Kong 😉

La sinfonía de luces, es un “espectáculo” de luces y música que cada día a las 20:00 anima las vistas de la isla de Hong Kong desde Kowloon durante 13 minutos. Durante este rato, 8 edificios de la isla de Hong Kong van cambiando la intensidad, el color y la distribución de las luces al ritmo de la música. Además otros edificios sin luces “móviles”, proyectan láseres. A priori, parece un buen show, pero no. El espectáculo carece de ritmo, y la música estaba demasiado baja y era demasiado lenta. En resumen, fue un poco decepcionante. Según parece los fines de semana se añade pirotecnia al show pero no sé si mejora o se queda igualmente a medias. Sin embargo, desde el Waterfront Promenade de Kowloon, se pueden disfrutar las mejores vistas de Hong Kong.

Una demostración de la “calidad” de las vistas, es que había numerosos grupos de estudiantes de fotografía practicando bajo la atenta mirada del maestro. Fijándonos aprendimos que se podía hacer una buena foto con 6″, F8.0 e ISO 100 o 200.

Si se sigue paseando por el paseo se llega a la avenida de las estrellas, dedicada a los astros del cine de Hong Kong, con huellas de manos al estilo Hollywood. Sin duda la más visitada es la de Jackie Chen pero el personaje más importante es Bruce Lee, que es el único que tiene una estatua.

Esa noche queríamos hacer algunas compras (fueron un desastre) pero antes cenamos es un restaurante cuya especialidad era el té con leche de Hong Kong (香滑奶茶). Buenísimo, tanto frío como caliente. Este té con leche está ligeramente especiado y me recordó el Chai. La comida por su parte fue abundante y barata. Comimos XO醬海蝦球撈麵, o lo que es lo mismo, “gambas con fideos y salsa XO”. 

La salsa XO es una de las más famosas de la cocina cantonesa y de Hong Kong. La “palabra” XO, que ahora en Hong Kong tiene un significado asociado al lujo o la alta calidad, viene del brandy extra viejo (eXtra Old, en inglés) que durante muchos años fue el paradigma del alto standing.

También comimos “costillas de cerdo con curry” (咖哩豬扒飯) y “wontones de gambas” (酥炸鮮蝦雲吞). Si no lo recuerdo mal la cena nos costó 173,00 HK$.

El último día, la mañana del 19, dimos un último paseo, por el Waterfront Promenade para hacer las últimas fotos de las vistas de la noche anterior pero diurnas y tuvimos la suerte de encontrarnos con un junco chino y un extenso grupo de gente practicando taichi.

Como ya apunté en la primera entrada, para ir al aeropuerto esta vez, tomamos el autobús cuya parada estaba enfrente del hostal y que solo cuesta 33 HK$. Eso sí, en vez de los 45 minutos que dice la guía tardó casi 75, con lo que al llegar al mostrador de Hong Kong Airlines ya no quedaban demasiados asientos libres y tuvimos que viajar uno a cada lado del pasillo.

En el aeropuerto, y dispuestos a gastar los últimos 100 dólares que no habíamos podido cambiar a yenes, tuvimos la suerte de encontrar un Café de Coral, una cadena que nos habían recomendado en la que se come barato y bien. Allí comimos cerdo, pollo y ganso al estilo barbacoa.

Del vuelo de regreso, poco hay que contar pues estuve durmiendo casi todo el tiempo. Sólo decir que la comida volvió a ser horrible.

¡Adiós Hong Kong!

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