El lago Inle III: Inthein y el regreso

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Las excursiones más económicas por el lago Inle regresan desde Phaung Daw Oo Paya hacia Nyaungshwe pasando por el monasterio de los gatos saltarines y los jardines flotantes. No obstante, y como ya anuncié en la entrada anterior nosotros habíamos reservado la excursión larga que incluye la visita a Inthein.

El camino hacia Inthein empieza cerca de la pagoda desde la que se empieza a remontar un brazo o canal del lago en dirección Este. Durante el trayecto hice un montón de vídeos ante la promesa que la guía nos había hecho de vivir un momento a lo Apocalypse Now y doblar un recodo para aparecer en medio de una jungla tupida como si fuera una cueva. Señores de Lonely Planet: ¡no hay para tanto!; aunque espero que el video haya quedado resultón 😉 Para colmo, el último tramo lo hicimos bajo una lluvia tan fuerte, que ni siquiera “llover a cántaros” le hace justicia.

La excursión con Inthein es más cara pero vale mucho la pena porque se pueden ver las ruinas de Nyaung Ohak y sobre todo los 1054 zedis de Shwe Inn Thein Paya.

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Nada más desembarcar me puse a jugar a comandos con el paraguas…

Las ruinas entre la maleza y el bosque son muy bonitas por el contraste entre el verde de las plantas y el rojo de los ladrillos. Se puede apreciar además cómo la vegetación se lo come todo. Por otra parte, la aglomeración de zedis en la pagoda de Inthein es espectacular, tanto por el número como por la diversidad de tamaños y estados de conservación. Fue una suerte que encontráramos el camino porque está muy mal señalizado y el mapa de la guía, otro tirón de orejas para Lonely Planet, no era muy preciso.

Sin embargo, y ahora toca la zanahoria, gracias a la guía pudimos descubrir que desde Shwe Inn Thein Paya hay un camino ascendente que lleva a una pagoda ermitaña. Es un camino que presenta cierta dureza y que exige en algunos momentos el uso de las cuatro extremidades para trepar, pero que te recompensa al llegar arriba, ya que además de la estupa, normal y corriente, te ofrece una panorámica de todo el complejo de zedis de Shwe Inthein Paya y las vistas de todo el valle del lago Inle.

Durante el ascenso perdimos a Lili y encontramos a Diana, que nos hizo algunas fotos para que saliéramos Amaya y yo juntos, y no por turnos, para variar. La verdad  es que la americana era muy buena fotógrafa, y no lo digo por la instantánea que nos tomó con mi máquina de “aventura” (compacta, sumergible y muy robusta pero de óptica más limitada) sino por las que nos enseñó en sus dos cámaras réflex. Quedamos en que le pediríamos algunas copias por e-mail, pero nunca lo hicimos 🙁

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Cuando bajamos de nuevo y llegamos al embarcadero empezamos el camino de regreso y nos sorprendió la impasibilidad de Lili a quien ya no le sobraba mucho tiempo si quería llegar a tiempo de tomar el autobús hacia Bagan… a pesar de todo, ella misma fue la que nos dijo que no le importaba visitar el monasterio de los gatos y los jardines flotantes, ya que había hablado con el barquero y decía que podíamos llegar a tiempo. Con tan poco margen, ¡yo hubiera estado de los nervios!

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Aun así, y a pesar de las palabras de Lili, con Diana y Amaya decidimos que la visita al monasterio sería relámpago. Ayudó además que en Nga Hpe Kyaung estuvieran los gatos amaestrados, pero no los monjes que los hacen saltar. Por otro lado, el monasterio tiene una colección de budas antiguos de muchos estilos distintos que vale la pena ver.

11 Lago Inle 351 Por el lago 2

11 Lago Inle 379 Por el lago 2

Finalmente, y antes de poner rumbo directo a Nyaungshwe, el barquero nos llevó a los jardines flotantes, que en realidad deberían llamarse huertos flotantes, ya que consisten en largas islas flotantes artificiales de madera y tierra como os conté en la entrada anterior, en las que los agricultores-barqueros, cultivan flores, tomates o calabazas. Por la época del año en la que los visitamos no había nada en flor; hubiera sido espléndido ver las hileras de colorines reflejadas entre los canales de agua, pero qué se le va a hacer. Al menos así, haberme quedado sin batería en la cámara (y viajo con tres packs) no fue tan doloroso. De todos modos, ver a los campesinos cuidar de sus cultivos desde sus pequeños esquifes es muy interesante.

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